CAPÍTULO 45

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Miré por la ventanilla y una moto pasó volando hacia el aparcamiento del instituto.

Sin lugar a dudas, era Cristian.

Mi corazón comenzó a ir más rápido de lo normal y una sensación de alivio recorrió mi cuerpo de arriba a abajo. No creí que podría llegar a decir esto, pero me alegraba de verle.

– Gutierrez llegando tarde. Que raro – comentó irónicamente Álvaro a mi lado.

Observé cómo el chico se quitaba el casco, se bajaba de la moto y se dirigía hacia el autobús sin ninguna pizca de prisa. Al subir, intercambió un par de palabras con el profesor y después vino hasta la parte de atrás donde quedaba un sitio libre al lado de una de las amigas de Verónica.

Saludó a unos cuantos de sus compañeros de equipo y antes de sentarse, barrió con sus ojos el autobús hasta que coincidió con mi mirada. No hizo ningún ademán, solo me miró un par de segundos para luego sentarse.

El autobús arrancó y me llegó un mensaje al móvil.

Thomas 😛 08:33 – Ves. Te dije que vendría.

Y por alguna razón, se me dibujó una sonrisa en la cara.

***

Una media hora después llegamos a nuestro destino. El bosque estaba a las afueras de Madrid. No era muy grande pero debías tener cuidado si no conocías la zona. El lugar era bastante popular por los botellones que se hacían cada fin de semana. Por suerte o por desgracia, nunca había ido a uno.

Nos bajamos del autobús y marcamos un punto de encuentro, un claro un poco adentrado en el bosque con unas cuantas mesas de picnic en el centro. Allí dejamos las cosas y nos volvimos a reunir todos alrededor del profesor.

Explicó rápidamente lo que debíamos hacer. Disponíamos de un mapa del bosque y en él estaban marcados un montón de puntos de color rojo. Esos puntos marcaban el lugar donde se encontraban las balizas, una especie de mini paracaídas con un pincho diferente cada una. Teníamos otro papel diferente con los números de los puntos escritos y un espacio blanco debajo de cada uno. El ejercicio era simple: debíamos encontrar las balizas y marcar con el pincho que tenga cada una el espacio del papel correspondiente. Quien consiga más balizas, más nota tendrá.

– Bien. Poneros por parejas y pasad por aquí a por las hojas – dijo concluyendo la explicación.

Todo el mundo se empezó a mover buscando a su compañero. Yo alargué el cuello para mirar por encima de la multitud y a lo lejos a mi derecha vi como Cristian se acercaba a mi sin quitarme el ojo de encima. Me hice la desinteresada y me quedé quieta hasta que él llegó a mi altura. Le miré sin decirle nada.

– ¿No me vas a saludar? – me preguntó con una ceja arqueada y un aire de chulería que sobraba.

Había pasado una semana desde la última vez que lo había visto, pero parecía como si hubieran pasado meses. Se había cortado el pelo de tal manera que le quedaba un tupé perfecto y algunos mechones le caían por la cara. Sonrió de lado esperando una respuestas. Pareció como si alguien me hubiera dado una patada en el estómago lo que me hizo apartar la mirada de él.

– Pensé que no ibas a venir – dije de brazos cruzados.

– Ya, yo también... – dijo más bajo como para sí pero lo suficientemente alto como para que le escuchase – Pero lo importante es que estoy aquí.

– Por suerte – dije irónicamente y rodé los ojos como si no quisiera que estuviera allí conmigo.

No supe por qué me comportaba así con él ya que era más que evidente que agradecía que no me hubiera dejado sola.

Mi Mejor Enemigo #MME3Where stories live. Discover now