12. A través de la trampilla.

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- Genial - dice nuestro hijo con el libro en mano - Capítulo diez: A través de la trampilla.

-¡Se metieron allí! - nos gritan nuestras madres y abuelas.

- Fue cuestión de vida o muerte - le dice Harry.

- ¡Eso no es excusa! - lo regaña su madre.

- Será mejor que leamos lo que en realidad pasó, antes de seguir gritándoles - les dice James como intermediario.

- Mira Remus, James está madurando - comenta Sirius, fingiendo secarse las lágrimas.

- Cierra el hocico Canuto - le pide este y le hago un gesto a mi hijo para que comience.

Lo único bueno que pasó la noche del castigo era que, misteriosamente, le regresaron la capa de Harry.

Hoy hacía mucho calor, en especial en el aula grande donde nos examinaban por escrito. Nos habían entregado plumas nuevas, especiales, que habían sido hechizadas con un encantamiento antitrampa.

También tuvimos exámenes prácticos. El profesor Flitwick nos llamaba uno a uno al aula, para ver si podemos hacer que una piña baile claqué encima del escritorio. La profesora McGonagall nos observaba mientras convertimos un ratón en una caja de rapé. Ganamos puntos las cajas más bonitas, pero se perdían si tenían bigotes. Snape nos puso nerviosos a todos, respirando sobre nuestras nucas mientras tratabamos de re­cordar cómo hacer una poción para olvidar.

- ¿Estaban lidiando con el regreso de Voldemort y los exámenes a las vez? - nos pregunta Rose.

- Hasta que no tuviéramos nada planeado, no podíamos descuidar nuestros estudios - le responde su madre.

- Muy cierto, pero debían mantenerse en alerta - nos dice Luna.

Harry me dijo que hizo todo lo mejor que pudo, tratando de hacer caso omiso de las punzadas que sentía en la frente, un dolor que le molestaba desde la noche que habíamos estado en el bosque. Neville pensaba que Harry era un caso grave de ner­viosismo, porque no podía dormir por las noches. Pero la verdad es que Harry se despertaba por culpa de su vieja pe­sadilla, que se había vuelto peor, porque la figura encapucha­da aparecía chorreando sangre.

- Lamento eso Harry, no sabía que te sucedía - le dice Neville.

- No te preocupes e igual estaba bastante nervioso por los exámenes.

Tal vez porque ellos no habían visto lo que con Harry vimos en el bosque, o porque no tienen cicatrices ardientes en la fren­te, Ron y Hermione no parecían tan preocupados por la Piedra como Harry y yo. La idea de Voldemort los atemorizaba, des­de luego, pero no los visitaban en sueños y estaban tan ocupados repasando que no les quedaba tiempo para inquie­tarse por lo que Snape o algún otro estuvieran tramando.

- Si estábamos preocupados - me dice Herms - Pero también teníamos miedo.

- Lo entiendo, era difícil para los cuatro. 

El último examen fue el de Historia de la Magia. Una hora respondiendo preguntas sobre viejos magos chiflados que habían inventado calderos que revolvían su contenido, y estaríamos libres, libres durante toda una maravillosa semana, hasta que recibiéramos los resultados de los exámenes. Cuando el fantasma del profesor Binns nos dijo que dejáramos las plu­mas y enrollemos sus pergaminos, pude alegrarme de tener menos responsabilidades.

—Esto ha sido mucho más fácil de lo que pensé — dijo Hermione, cuando nos reunimos con los demás en el parque soleado — No necesitaba haber estudiado el Código de Con­ducta de los Hombres Lobo de 1637 o el levantamiento de Elfrico el Vehemente.

Leyendo: "Harry Potter, una historia diferente"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora