.77. Maldiciones imperdonables.

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- ¿Qué pasa Hannah? - me pregunta Harry mientras que caminamos hacia el comedor.

- Los cuatro capítulos de hoy son bastante intensos - le respondo - Estoy pensando en confizcar las varitas de nuestros padres.

- Sabes que no accederían a eso - me dice él.

- Esto solo irá empeorando.

- También hubo buenos momentos - me recuerda y me abraza por los hombros - Todo estará bien.

Puedo confiar en él, sé que no me decepcionaría. Las mesas están llenas y me acerco a mi hermano que me ha robado al bebé mientras dormía.

- Avísame cuando te lo lleves - le digo sentándome a su lado.

- Estabas dormida y el pequeño no, así que para que no llore me lo traje - me responde, pero Teddy al verme balbucea para llamar mi atención - Pequeño traidor.

- Tú no eres lo mismo que mamá Hann - le dice el Teddy adulto - No puedes culparnos.

Hago que tome su biberón y mientras que Harry se encarga del cambio del pañal, aprovecho para desayunar.

- Pido leer primero - me pide mi madre y por más que quiera negarme... Accedo.

- De acuerdo, déjame que acomode todo - le respondo.

- "Maldiciones imperdonables"

- Es lo que aprendimos en nuestra clase con Moody - les explica Herms.

- Pero eso se enseña en sexto - nos dice mi padre.

- Tanto el Profesor Dumbledore y Moody, creyeron necesario que lo aprendieramos en ese momento - le respondo.

Los dos días siguientes pasaron sin grandes incidentes, a menos que se cuente como tal el que Neville dejara que se fundiera su sexto caldero en clase de Pociones. El profesor Snape, que durante el verano parecía haber acumulado rencor en cantidades nunca antes conocidas, castigó a Neville a quedarse después de clase. Al final del castigo, Neville sufría un colapso nervioso, porque el profesor Snape lo había obligado a destripar un barril de sapos cornudos.

- Eso no es justo, ni humano - le reclama Alice.

- Les vuelvo a recordar que yo no he hecho nada de eso - le responde Severus.

- Ni lo haras, sino me quieres ver enojada.

- Esta bien mamá, eso no volverá a pasar - le dice Neville.

—Tú sabes por qué Snape está de tan mal humor, ¿verdad? —dijo Ron a Harry, mientras observabamos cómo Hermione enseñaba a Neville a llevar a cabo el encantamiento antigrasa para quitarse de las uñas los restos de tripa de sapo.

—Sí — le respondió Harry —. Por Moody.

Era comúnmente sabido que Snape ansiaba el puesto de profesor de Artes Oscuras, y era el cuarto año consecutivo que se le escapaba de las manos.

Snape había odiado a los anteriores titulares de la asignatura y nunca se había esforzado en disimularlo. No obstante, parecía especialmente cauteloso a la hora de mostrar cualquier indicio patente de animosidad contra Ojoloco Moody.

Desde luego, cada vez que los veía juntos (a la hora de las comidas, o cuando coincidían en los corredores), me llevaba la clara impresión de que Snape rehuía los ojos de Moody, tanto el mágico como el normal.

—Me parece que Snape le tiene algo de miedo, ¿no crees? — dijo Harry, pensativo.

—¿Te imaginas que Moody convierte a Snape en un sapo cornudo — dijo, con lágrimas de risa en los ojos — y lo hace botar por toda la mazmorra...? 

Leyendo: "Harry Potter, una historia diferente"Where stories live. Discover now