24. El cumpleaños de Muerte (parte 2)

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- Espero que hayan corrido rápido - nos dice Sirius.

- Lamento decepcionarte, pero nos atraparon - le digo.

- No lo puedo creer...

- Pero no nos dimos la prisa necesaria. Argus Filch apareció repentinamente por un tapiz que había a la derecha de Harry, llamado por la misteriosa conexión que parecía tener con su repugnante gata, a buscar como un loco y sin descanso a cualquier infractor de las normas. Llevaba al cuello una gruesa bufanda de tela escocesa, y su nariz estaba de un color rojo que no era el habitual.

-¡Suciedad! - gritó, con la mandíbula temblando y los ojos salidos de las órbitas, al tiempo que señalaba los charcos de agua sucia que había goteado de nuestras túnicas de quidditch - ¡Suciedad y mugre por todas partes! ¡Hasta aquí podíamos llegar! ¡Sígueme, Gryffindor y Potter!

Así que con Harry hicimos un gesto de despedida a Nick Casi Decapitado y seguimos a Filch escaleras abajo, duplicando el número de huellas de barro.

Ninguno de los dos habíamos entrado nunca en la conserjería de Filch. Era un lugar que evitaba la mayoría de los estudiantes, una habitación lóbrega y desprovista de ventanas, iluminada por una solitaria lámpara de aceite que colgaba del techo y en la cual persistía un vago olor a pescado frito. En las paredes había archivadores de madera. Por las etiquetas, imaginaba que contenía detalles de cada uno de los alumnos que Filch había castigado en alguna ocasión. Fred y George tenían para ellos solos un cajón entero.

- Que lindo de su parte que se tomara tantas molestias - comenta George.

-¿Acaso se sienten orgullosos? - les pregunta su madre con un gesto serio.

- Si no lo están ellos, nosotros sí hermanita - le dicen los gemelos Fabian y Gideon Prewett.

- Gracias - le responden los gemelos Weasley haciendo reír al resto.

Detrás de la mesa de Filch, en la pared, colgaba una colección de cadenas y esposas relucientes. Todos sabíamos que él siempre le ha pedido a Dumbledore que le dejara colgar del techo por los tobillos a los alumnos. 

Era lo primero que iba hacer desaparecer cuando me hiciera cargo del colegio.

Filch agarró una pluma de un bote que había en la mesa y empezó a revolver por allí buscando pergamino.

-Cuánta porquería - se quejó, furioso -: mocos secos de lagarto silbador gigante..., cerebros de rana..., intestinos de ratón... Estoy harto... Hay que dar un escarmiento... ¿Dónde está el formulario? Ajá...

Encontró un pergamino en el cajón de la mesa y lo extendió ante sí, y a continuación mojó en el tintero su larga pluma negra.

-Nombre: Harry Potter. Delito: ...

-¡Sólo fue un poco de barro! - dijo Harry.

-Sólo es un poco de barro para ti, muchacho, ¡pero para mí es una hora extra fregando! - gritó Filch. Una gota temblaba en la punta de su protuberante nariz - Delito: ensuciar el castillo. Castigo propuesto: ...

Secándose la nariz, Filch miró con desagrado a Harry, entornando los ojos. Esperamos la sentencia, cuando se escuchó un fuerte ruido afuera y Filch salió corriendo con su gata por detrás.

- ¿Qué hicieron? - les pregunta Remus a Ron y Hermione.

- Nosotros nada - le responde Hermione.

- Porque no sabíamos que estaban metidos en problemas - agrega Ron.

- No me sorprende - comenta Neville - De lo contrario hubieran hecho algo.

Leyendo: "Harry Potter, una historia diferente"Where stories live. Discover now