32. El diario secreto (parte 1)

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- Hannah, ¿Puedo darle el biberón a mi sobrino? - me pregunta James y luego parece dudar - Aunque no sé como...

- No te preocupes, yo te enseño - le dice Harry, mientras que le paso al bebé - Ven, no están complicado...

Los dos se sientan juntos y veo como mi prometido le explica a su padre y ambos ríen en vos baja.

- Papá se ve muy feliz - me dice Al.

- Él siempre quiso pasar momentos como estos con su padre, conocer a ambos - le respondo.

- A pesar de a ver crecido sin ellos, él es un buen padre - me dice él - Aunque a veces no nos entendemos... pero no hay nada que no podamos solucionar.

- Me hace feliz saberlo Al - le digo y lo abrazo por los hombros - Es una locura, acabo de comprometerme y ya sé cuantos hijos revoltosos tendré.

- James cuenta como por tres o cuatro - me responde riendo.

- Con más razón, tengo más tiempo para pensar en un nombre nuevo para él...

- Prometí comportarme mamá - me dice J.S. apoyando su frente en mi hombro.

- Ya veremos hijo, hay que pensar en la salud mental de la Profesora McGonagall...

- Solo hago bromas tolerables, el abuelo me da algunas ideas .

- ¿Y supongo que no tengo permitido quejarme?

- No, él dice que es parte de tu eterno castigo - me responde y veo como su mirada se ilumina - Sabré que fue lo que hiciste...

- Sí, tu abuelo se enojo bastante conmigo y creo que está versión suya también lo hará.

- Él lo entenderá - me dice mi hijo mayor.

- Bien, leamos estos dos capítulos que nos quedan - les digo cuando ya están todos en sus lugares.

- Yo leeré el próximo hija - me dice mi mamá y prefiero que lea este a los que sigue y le paso el libro - El diario secreto.

Por la mirada de Lucius, ya sabe de lo que hablaremos y eso me alivia porque ya sabemos donde encontrar el primer horocrux.

Hermione pasó varias semanas en la enfermería. Corrieron rumores sobre su desaparición cuando con el resto del colegio regresamos a Hogwarts al final de las vacaciones de Navidad, porque naturalmente todos creyeron que la habían atacado. Son tantos los alumnos que se daban una vuelta por la enfermería tratando de echarle la vista encima, que la señora Pomfrey quitó las cortinas de su propia cama y las puso en la de Hermione para ahorrarle la vergüenza de que la vieran con la cara peluda.

- ¡Ay Hermione! - protesta Ron al recibir un golpe de su novia - No me reí en aquel momento.

- Eso no ayuda amigo - le dice Harry, quien al igual que yo, intentamos No reír al recordarlo.

- Ni si quiera me gustaba verme al espejo, era un gran gato - se queja nuestra amiga, antes de lanzarle un par de almohadones a los gemelos Weasley que comenzaron a reír más fuerte.

Con Harry y Ron íbamos a visitarla todas las noches. Cuando comenzó el nuevo trimestre, le llevábamos cada día los deberes.

Si a mí me hubieran salido bigotes de gato, aprovecharía para descansar — le dijo Ron una noche, dejando un montón de libros en la mesita que tenia Hermione junto a la cama.

—No seas tonto, Ron, tengo que mantenerme al día — replicó Hermione rotundamente. Estaba de mucho mejor humor porque ya le había desaparecido el pelo de la cara, y los ojos, poco a poco, recuperaban su habitual color marrón —. ¿Tienen alguna pista nueva? — añadió en un susurro, para que la señora Pomfrey no pudiera oírla.

Leyendo: "Harry Potter, una historia diferente"Where stories live. Discover now