.70. Bagman y Crouch.

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- Es raro ver a James Sirius tan entusiasmado con un libro en mano - comenta Leo en broma.

- No necesito tener un libro pegado en mis manos para ser listo - le responde queriendo ignorarlo.

- Ajá... ¿y quienes te enseñaron eso? - le pregunta Teddy.

- No lo recuerdo - le responde él - Y ahora voy a empezar a leer...

- A ver los tres - lo interrumpo - ¿No están grandes para estar peleando?

- ¿Lo dices en serio? ¿A caso te olvidas de nuestros hermanos? - me dice Ginny.

- Buen punto - le respondí y los pelirrojos me miran indignados - No nos pueden culpar, empieza hijo.

- "Bagman y Crouch"

Harry se separó de Ron y se puso en pie. Habíamos llegado a lo que, a través de la niebla, parecía un páramo.

Delante de nosotros había un par de magos cansados y de aspecto malhumorado. Uno de ellos sujetaba un reloj grande de oro; el otro, un grueso rollo de pergamino y una pluma de ganso. Los dos vestían como muggles, aunque con muy poco acierto: el hombre del reloj llevaba un traje de tweed con chanclos hasta los muslos; su compañero llevaba falda escocesa y poncho.

- Deberían dejar que los nacidos de muggles los ayudemos a elegir la vestimenta adecuada para que no llamen la atención - comenta Lily.

- No es una mala idea - le responde mi abuelo - Los muggle se dan cuenta de eso.

- La ropa muggle es aburrida - comenta Sirius.

- Apuesto a que si ves una chaqueta de cuero te enamorarias de ella al instante - le responde mi madre - Es de tu estilo.

- Gracias futura cuñada, deberíamos ir de compras.

James casi se infarta al oír eso y mi padre lo mira serio, obteniendo una sonrisa burlona de Black.

- No te pongas celoso Freddy, estabas incluido en la salida.

- Para las vacaciones de invierno podríamos ir a Londres a pasear todos - agrega mamá - Les enseñaré a divertirse al modo muggle.

- Suena bien.

—Buenos días, Basil — saludó el señor Weasley, agarrando la bota y entregándosela en mano al mago de la falda, que la echó a una caja grande de trasladores usados que tenía a su lado.

Vi en la caja un periódico viejo, una lata vacía de cerveza y un balón de fútbol pinchado.

—Hola, Arthur — le respondió Basil con voz cansina —. Has librado hoy, ¿eh? Qué bien viven algunos... Nosotros llevamos aquí toda la noche... Será mejor que salgan de ahí: hay un grupo muy numeroso que llega a las cinco y quince del Bosque Negro. Esperen... voy a buscar dónde están... Weasley... Weasley...

Consultó la lista del pergamino.

—Está a unos cuatrocientos metros en aquella dirección. Es el primer prado al que llegaron. El que está a cargo del campamento se llama Roberts. Diggory... segundo prado... Pregunta por el señor Payne.

—Gracias, Basil — le dijo el señor Weasley, y les hizo a los demás una seña para que lo siguieran.

Nos encaminamos por el páramo desierto, incapaces de ver gran cosa a través de la niebla. Después de unos veinte minutos encontramos una casita de piedra junto a una verja. Al otro lado, vislumbre las formas fantasmales de miles de tiendas dispuestas en la ladera de una colina, en medio de un vasto campo que se extendía hasta el horizonte, donde se divisaba el oscuro perfil de un bosque.

Leyendo: "Harry Potter, una historia diferente"Where stories live. Discover now