🦄 Capítulo: 23 (Sofi) 🦄

280 42 80
                                    

Llegamos a una enorme mansión en las afueras de la ciudad, hay una larga fila de autos lujos aparcados fuera y recuerdo que Adriana había dicho que la familia de Tyler posee una lista de empresas y bufetes de abogados que figuran entre los más prestigiosos del país, por lo que el dinero abunda en ellos. Me siento intimidada entre tanta gente, Tyler toma mi mano y me guía al interior de la casa. Una multitud de paparazzis nos detienen y nos toman unas cuantas fotos, yo solo me limito a sonreír junto a él, que está muy serio, podría decir que molesto.

Cuando por fin nos libramos de las fotos entramos en un gran salón, decorado en tonalidades blancas y grises. Una pareja muy elegante se dirige hacia nosotros, me parecen familiares, los he visto antes, pero no recuerdo donde. La señora abraza a Tyler cariñosamente y él se remueve incómodo, fulminando con la mirada al hombre que aguarda junto a mí.

—Cariño, gracias por venir —le dice la mujer abrazándolo y Tyler le sonríe.

Cuando se apartan es el turno del6 hombre saludarlo, pero para mi sorpresa solo se miran, no hacen nada más.

—Mamá, papá, les presento a Sofía Lawrence, una amiga —les dice Tyler y yo siento una pizca de desilusión cuando dice que soy su amiga, pero está en lo cierto, nosotros no somos nada más.

—Mucho gusto, querida, Alice Andersen —me dice la madre de Tyler y me estrecha cariñosamente la mano.

—Nicholas Andersen, para servirle —me dice ahora su padre y yo solo sonrío.

Otra pareja se acerca a nosotros y felicitan a Tyler, algo que lleva haciendo todo el mundo desde que entramos.

—¿Por qué todos te felicitan? —le pregunto en voz baja y su madre me mira con la boca abierta.

—¿No te ha dicho que hoy es su cumpleaños? —le escucho y me quedo impresionada, no sabía nada.Niego con la cabeza y ella lo mira con cara de pocos amigos.

—Nunca le ha gustado celebrarlo —dice su padre y Tyler lo mira furioso.

Yo no entiendo que está pasando pero ahora todos se miran incómodos.

—Te enseñaré la casa —dice finalmente Tyler y yo me alegro de salir de ahí.

Me lleva por la inmensa casa y yo lo miro todo asombrada, es realmente grande, decorada exquisitamente y puedo ver alguna que otra foto de Tyler cuando pequeño junto a otros dos niños, era realmente adorable.

—¿Por qué no me dijiste que era tu cumpleaños? —le pregunto curiosa.

—No es importante, solo lo celebro porque mis padres me obligan —me contesta sin apenas mirarme.

Seguimos caminando y estamos en el jardín, maravillosamente cuidado, hay muchas rosas de diversos colores, son mis flores favoritas. Tyler parece percatarse de eso porque me regala una rosa roja y me da un pequeño beso en los labios que hace que quiera más.

—Debemos entrar, ya están por servir la cena —me dice mirando el reloj de pulsera que lleva en la mano izquierda.

Adentro nos sentamos en una gran mesa, junto a sus padres y unos señores muy importantes, según me han dicho son abogados y trabajan con los Andersen. Los paparazzis toman algunas fotos de todos juntos y Tyler aprieta mi mano, como si le molestase realmente estar ahí. Terminamos de cenar y nos vamos.

—¿A dónde vamos? —le pregunto al ver que se ha pasado la calle que lleva a mi residencia.

—A un sitio —me contesta y ríe al ver mi cara de niña furiosa.

—¿A qué sitio? —vuelvo a preguntar.

—Es una sorpresa, nena —escuchar como se ha referido a mí me hace gracia, pero no digo nada.

Aparca el auto frente a un gran edificio y me dirige hasta el interior, saca una tarjeta de identificación y la pasa por la puerta del ascensor que seguidamente se desbloquea, entramos y Tyler pulsa un botón que no puedo llegar a ver.

Cuando las puertas se abren el aire frío golpea mi cara y Tyler vuelve a tomarme la mano, me lleva fuera y cuando veo donde estamos un escalofrío me recorre entera. Nunca me han gustado las alturas y estar ahora en la azotea de este edificio me asusta y a la vez es algo gratificante.

—¿Qué es esto? —le pregunto con un hilo de voz.

—Es mi sitio preferido, suelo venir mucho, cuando estoy enojado y esas cosas —contesta encogiéndose de hombros—. El edificio le pertenece a mi familia desde hace años, incluso vivimos un tiempo aquí. Este siempre ha sido mi refugio, me gusta la oscuridad de la noche, y también poder observar a la gente sin ser visto —explica.

—No creo que puedas ver bien nada, desde aquí las personas parecen hormigas —le digo y se echa a reír, para luego pasarme su chaqueta por los hombros—. Gracias.

—Ven, sentémonos aquí —señala un pequeño banco que hay cerca de la baranda.

—Me dan miedo las alturas —le confieso y por un instante me mira dudoso, pero luego una sonrisa aparece en su rostro.

—Conmigo no tienes que temerle a nada, siempre te protegeré —al escucharlo decir eso me invaden unas ganas de besarlo y eso hago.

Nos besamos al principio suave, despacio, con cuidado, pero luego perdemos el control y el beso se hace más apasionado, desenfrenado, con cada caricia de sus dedos siento mi piel arder.

—Tranquila nena —susurra entre mis labios y prosigue con sus caricias.

Yo me aferro a su pelo, que huele muy bien. Sus manos suben por mis piernas hasta mis muslos y yo me sobresalto, pero lo dejo continuar, sigue subiendo por mi cuerpo para detenerse unos segundo después.

—Me encantas —susurra.

—Y tú a mi —respondo de igual forma.

Pasamos un rato más mirando las estrellas y basándonos. Amo sus labios, me parecen perfectos, como si fueran piezas de un rompecabezas que encajan únicamente con los míos, aunque en mi mente sé que no soy la única para él, no podría elegirme a mí teniendo a tantas chicas mucho más guapas que yo detrás.

—Ya es tarde, debemos volver —su voz me trae al presente y me ruborizo al recordar en lo que estaba pensando.

Cuando llegamos a mi residencia bajo del auto en silencio, el sale tras de mí y al llegar a la puerta me da un pequeño beso en los labios y se va. Cuando entro Adriana está sentada en el suelo llorando, me parte el alma verla así.

—¿Qué ha pasado? —le pregunto preocupada.

—Elliot se ha acostado con otra —responde entre sollozos.

—¿Cómo lo sabes? —pregunto tratando de entender.

—Los he visto, en su habitación, Steph estaba desnuda encima de él.

Al escuchar su nombre se me hiela la sangre, la he visto muchas veces con Tyler, sé que entre ellos hay más que amistad y Ella me lo ha confirmado. Aunque en este momento no sé muy bien que somos nosotros, siento celos de esa chica.

Trato de consolar a Adriana y cuando finalmente se duerme yo me pongo el pijama e intento hacer lo mismo.

Hola bellos lectores!!!! Espero que se encuentren muy bien. Aquí les dejo un nuevo capítulo. Si les gusta no olviden votar y comentar, me hace súper feliz leer vuestros comentarios. Los quiero muchisisísimo❤❤❤

360°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora