🦄 Capítulo: 46 (Sofi) 🦄

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Tengo sueño, muchísimo sueño, pero no puedo seguir durmiendo, la claridad me molesta demasiado a pesar de tener los ojos cerrados. Abro mis ojos despacio y los cierro deprisa, justo sobre mí una lámpara blanca alumbra como si fuesen las luces de un estadio y producen que me duela la cabeza.

Vuelvo a abrir los ojos para encontrarme una habitación que desconozco, las paredes son blancas y el olor que hay delata que estoy en un hospital. Me fijo mejor y me doy cuenta que estoy llena de cables y que por mi vena me pasan un suero. Miro a mi alrededor y me sorprendo al ver un chico que parece muy angustiado y me mira preocupado.

-¿Sofi,? ¿Estás bien? -me pregunta el joven acercándose a mí.

-¿Y tú quién eres? -le pregunto pero no le da tiempo a responderme.

Un montón de enfermeras y médicos entran y me atiborran a preguntas que no entiendo. Todos me examinan cuidadosamente y me ayudan a acomodarme. Mucho rato después entran por fin mis padres, los miro detalladamente y se ven demacrados, con ojeras y los ojos hinchados como si hubiesen llorado.

-Sofía Marie -dice mi madre y se abalanza a abrazarme.

-Mi niñita -esta vez es mi padre quien me abraza.

-Mamá, papá -hago una pausa para respirar, tengo la boca seca y con un sabor metálico- ¿Qué ha pasado? No entiendo nada. ¿Quién era ese chico?

-¿No recuerdas nada? -me pregunta mi mamá analizando mi rostro.

Yo niego con la cabeza y ella inventa una excusa para salir de la habitación. Mientras, mi padre me ayuda a colocarme la almohada detrás de la espalda y prende la televisión para apagarla en cuanto entran mi madre acompañada de una doctora.

(...)

Por fin estoy sola en la habitación. Analizo lo que me han contado. Al parecer, un día saliendo de clases en la Universidad sufrí un accidente con mi auto -que ni siquiera recordaba que existía- y estuve un mes en coma producto del fuerte golpe que me di en la cabeza. Lo más extraño de todo es que no puedo recordar nada de lo ocurrido, tampoco sé mucho de la Universidad, lo último que recuerdo es el primer día cuando llegué a la residencia, el resto es muy borroso y confuso. La doctora me ha explicado que tengo una especie de amnesia transitoria y que pronto iré atando cabos hasta que no quede ninguna secuela, pero me preocupa realmente todo lo que puedo haber olvidado. En mi mente queda grabado el hermoso rostro del chico que he visto antes, pero no sé quién es y mi madre no me ha querido decir y por supuesto que papá tampoco me lo dirá.

(...)

Estoy feliz, finalmente me han dado de alta después de dos interminables semanas donde me han hecho todo tipo de pruebas para ver que tan grande es el daño cerebral que he sufrido. Me extraña enormemente que en todo este tiempo no he visto a mi hermana. Mamá me ha dicho que me han comprado los boletos para que me valla unos días a España a ver a Eva y la verdad es que me hace muchísima ilusión, puesto que nunca antes he salido del país y mucho menos he montado en avión. No sé de dónde mis padres han sacado el dinero pero la verdad es que tampoco quiero averiguarlo. Me han dicho que no me preocupe por las clases, que en la facultad todos están enterados de mi accidente y me han dado unos meses para que me recupere como es debido.

Me refugio en la comodidad de mi cama y abrazo mi almohada fuertemente. A pesar de no recordar nada tengo un mal presentimiento, es como si estuviera olvidando algo demasiado importante, y sinceramente, me siento vacía. Además, no tengo ni mi celular para poder encontrar una pista, y la curiosidad me está matando.

El ruido de un toque peculiar en la puerta me saca de mis pensamientos y cuando la rubia melena de mi hermana aparece no puedo evitar sonreír, la verdad es que la extrañaba mucho.

-Sofi -me dice ella con la mirada apagada, como si le ocurriera algo.

La verdad es que me siento súper extraña a su lado, y entre las dos hay una tensión palpable. Ella está demasiado extraña y no me trata como antes, sino que es fría y parece estar calculando cada palabra que dice, como si temiera meter la pata.

(...)

-Cuídate mucho mi amor -me dice mi padre.

- Espero y sepas comportarte como es debido -dice mi madre con el mismo tono controlador de siempre.

-No se preocupen, estaré bien -les digo y emprendo a caminar hasta la puerta de embarque.

No me puedo creer que valla a ir a España, es fantástico poder visitar a Eva en su país natal, la extraño mucho a pesar de no recordar nada de lo ocurrido en los últimos meses. Alguien me saca de mis pensamientos al sujetarme fuertemente la mano y colocarme frente a él. No lo conozco pero me parece familiar, lo miro con más atención y tiene el semblante serio, los ojos llorosos y sus labios carnosos están entreabiertos. Un segundo después lo reconozco como el chico que estaba en mi habitación el día que desperté en el hospital y todos ignoraron mi pregunta sobre quién era ese joven.

-¿Quién eres? -repito la pregunta que ya le hice en una ocasión.

-Nadie, no soy nadie -me contesta y una lágrima escapa de sus lindos ojos verdes.

-Espera -digo antes de que desaparezca-. No puedo recordar el pasado, perdóname por eso.

En su cara aparece una expresión de dolor profundo y a la vez reconfortante, es como si me entendiera y no me quisiera presionar con nada. Lo busco con la mirada pero ya ha desaparecido, y yo siento una presión en el pecho que me dice que él es una pieza importante en mi vida, pero ya no hay nada que pueda hacer.

360°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora