🦇 Capítulo: 36 (Tyler) 🦇

190 16 8
                                    

*****
Está todo oscuro, llevo buscándola por horas desde que leí su mensaje y nada, no la encuentro por ninguna parte. Enciendo la luz y ahogo un grito de terror al encontrar a la persona que más he querido en este mundo sobre un charco de sangre enorme, pálida y con sus ojos cerrados. De su muñeca aún sale el tibio líquido que no sé cómo tengo por todo mi cuerpo y ella no despierta, por más que se lo suplique no abre los ojos y me siento terriblemente mal, aún tien la cuchilla en su mano derecha. Me acerco más a ella con la intención de oírla respira y me siento morir cuando veo que no tiene pulso. Las lágrimas brotan por mis ojos como si fuesen cascadas y ya no puedo controlar mis gritos.

—Despierta por favor, no me hagas esto —le suplico pero ella parece no oírme, no quiere hacerme caso.

—No puede oírte Tyler, déjalo ya —me dice mi padre y yo me siento morir.

—Nooooo —grito desesperado tratando de zafarme del agarre de mi madre.

*****

Abro los ojos y cuando veo a Sofi sobre mí la presión que oprimía mi pecho segundos antes desaparece.

—No te has ido —le digo y ella me mira angustiada.

—Nunca lo haría —me contesta aportándome esa seguridad que necesitaba en este instante con un abrazo.

—Todo está bien, amor. No pasa nada, solo ha sido una pesadilla —me dice para tranquilizarme.

—Te amo —las palabras salen de mis labios sin que pueda detenerlas, pero no me arrepiento porque es lo que en realidad siento, la amo demasiado.

—Yo también —me dice y sus profundos ojos azules brillan como estrellas.

—Yo también no significa que me amas, quiero que lo digas —digo en voz baja.

—Te amo —me dice y la estrechó contra mí con fuerza, la necesito muchísimo.

(...)

—¿Te puedo hacer una pregunta? Aparte de esta por supuesto —le digo que sí con la cabeza— ¿Qué era lo que soñabas?

—Que me abandonabas como lo hizo ella —miento.

—¿Quién? ¿Allison? —pregunta.

—No, Emma —le digo en voz baja y entonces se me ocurre una idea—. Ponte un bikini que vamos a la playa.

—No iremos a la playa, tengo un trauma con eso, hace diez años que no voy, por culpa de Ella por poco me ahogo cuando era pequeña —me contesta despacio y con una media sonrisa.

—¿Entonces no crees que ya es hora de superar tus miedos? Además, recuerda lo que te he dicho, conmigo no te va a pasar nada malo —le digo y es que yo también quiero superar los míos.

—Vale —me responde y no puedo ser más feliz.

—Entonces hay que hacer las maletas. Haré unas llamadas y luego te digo por cuántos días iremos —le digo poniéndome la camiseta y luego los zapatos.

—¿Maletas? ¿Varios días? Si es así no podremos ir, tenemos clases mañana ¿recuerdas? —me pregunta cómo si fuera una niña pequeña que no puede permitirse faltar a clases.

—No te preocupes por eso, ya recuperarás las clases luego —le digo y cojo mi móvil para llamar a Sebas.

Salgo a la pequeña terraza donde suelen colgar la ropa recién lavada para que se seque justo cuando mi tío contesta mi llamada.

—¿Qué milagro ha ocurrido que mi sobrino se ha dignado a llamarme? —dice mi tío Sebas riendo.

—¿Cómo estás? —le pregunto haciendo como si me importase.

360°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora