CAPÍTULO 20

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El barullo ocasionado por los gritos de la muchedumbre que vivía con intensidad los últimos minutos del partido de fútbol retumbaba en mi cabeza como pequeñas agujas enterrándose en mi cerebro para torturarme.

¿Qué hacía el fútbol en las almas de estos seres para volverlos tan locos por un par de chicos lanzándose unos contra otros y robándose un balón en forma de un esferoide? 

Quiero decir, si gritaran por lo ardientes que se ven todos los jugadores sonrojados por el esfuerzo físico, con la respiración agitada, las venas de los brazos marcadas, los músculos de sus cuerpos tensos por la presión y el enorme trasero que se les veía con aquellas mallas tendría un poco más de sentido.

— No puedes simplemente ir con alguien del otro equipo y meterte con él para darle celos a Charles, Celia — dijo Jasmine divertida mientras miraba a los jugadores correr de un lado a otro — Ni siquiera te hizo caso cuando te encontró haciéndole una mamada a Asher, ¿crees que le va a importar un mocoso del equipo contrario? —

— Pues claro que sí — respondí rodando los ojos, ignorando la punzada de dolor que había atravesado mi pecho al escuchar su comentario referente al chico de ojos azules que horas atrás me estaba besando en la parte trasera de la limusina —, sé que eres nueva Jasmine pero no seas tan ingenua, no hay nada peor para los hombres que te metas con las personas que odias. Sus amigos les dan igual, pero los chicos del equipo contrario...—

Mentía.

Estaba tan segura de que a Charles le resultaba igual si Celia besaba una vaca o a su propio padre, sus tiempos de gloria como una de las mejores parejas habían terminado hace mucho y estaba segura que él lo sabía. Sí, seguían teniendo sus encuentros casuales pero eso era solo porque extrañaban el pecado, no su relación.

En realidad el tema había dejado de importarme hace mucho tiempo, solo quería mantener a la zorra de Celia lejos de Asher hoy. Quería estar con él y ella no iba a impedírmelo.

— Creo que me meteré con el pelirrojo, jamás he tenido sexo con uno.— respondió Celia sonriendo mientras miraba a su nueva víctima desde las gradas.

— ¿Cuándo termina esta mierda? — gruñó Kora — Estoy tan harta de que todo el mundo grite y de ver a las patéticas porristas intentando robar miradas de los jugadores. —

— ¿Qué hay de malo en las porristas? — preguntó Jasmine con el ceño fruncido, a veces su ignorancia acerca de la cultura de esta ciudad era demasiado para mi paciencia — Pensé que eran las chicas lindas y populares. —

— En las películas — respondí con una sonrisa maliciosa mientras alzaba la voz un poco más para que me lograran escuchar — en la vida real solo son las hijas de los nuevos ricos que intentan dar sus cinco minutos de grandeza; pobres jugando a ser los dueños del mundo... y de la escuela —

— Y es por eso que nosotras no somos porristas, Jasmine — asintió Kora — las reinas no buscan minutos de grandeza, porque ya nacimos con ella. —

— ¡Y también nacen zorras! — gritó una de las chicas uniformadas sobre el campo de juego.

— ¡Mira quien lo dice! — exclamó Celia con una carcajada — La estúpida que mandó una foto desnuda mostrando su cara a Charles hace dos días, cuando casualmente se quedó a dormir en mi casa —

— Sería una lástima que alguien la subiera a las redes sociales y terminará con el pequeño legado del pastor corrupto que se vende por un par de billetitos — agregué con una sonrisa maliciosa mientras clavaba mis ojos en la chica de cabellera pelirroja que nos miraba desde abajo — no creo que Dios y tu padre se sientan muy orgullosos de tu comportamiento Bonnie —

RAMÉ ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora