CAPÍTULO 25

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Las hojas de los árboles caían lentamente en el exterior rindiéndose ante el avanzado otoño mientras yo me dedicaba a esperar a la hora de mi salida

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Las hojas de los árboles caían lentamente en el exterior rindiéndose ante el avanzado otoño mientras yo me dedicaba a esperar a la hora de mi salida.

Después de la muerte de papá el único día en el año que me mantenía emocionada era mi cumpleaños, sabía que siempre me esperaría una fiesta llena de enormes y lujosos regalos, que sería el centro de atención y sobre todo que tendría a Asher para mi sola.

Hace un año estaba sumergida en el jacuzzi con Asher besando mi cuello y diciéndome todo lo que deseaba que le hiciera antes de partir a la gran fiesta de cumpleaños que me había organizado. Aquel año me había regalado un vestido lujoso que llevaba diamantes incrustados en él.

Y ahora, era una chica de diecinueve años aburrida en un bar a medio llenar esperando con ansias a que sus bebé decidiera dar un par de patadas para sentirse un poco menos sola, aunque eso también le causara que el corazón se le partiera.

Mi vida había cambiado demasiado en los últimos meses pero no podía evitar pensar en que todo esto se volvía cada vez más difícil. El miedo por el parto era más real, cada vez podía hacer menos cosas y las noches sintiéndome sola empeoraban; todo venía hacía mí como una gran ola. Ya no estaba segura de que tuviera fuerzas para luchar por otra bocanada de aire.

Las letras de los folletos que sostenía entre mis manos parecían tener el poder de volver más chico el bar y hacer mi esfuerzo por no llorar aún más difícil.

— Luces muy triste como para que estés cumpliendo diecinueve años. — dijo una voz masculina sacándome de mis pensamientos — ¿Qué haces aquí? Tu turno término.  —

Guarde los folletos rápidamente sobre mi regazo, cubriéndolos con mis manos.

— Tengo cita con la ginecóloga, así que espero el autobús — respondí con una pequeña sonrisa intentando actuar normal cuando un par de ojos verdes se posaron en mí — ¿Y tú? ¿No ibas a ir a un concierto en el desierto con tu novia? —

— Amanda y yo terminamos, — rió — no nos complementamos como pensé que lo haríamos así que ella se fue con un nuevo chico y yo me quede a doblar turnos. —

— Lo siento — mentí.

— ¿Bromeas? Todo mundo sabía — respondió — Además así puedo estar aquí para pasar contigo tu cumpleaños. —

— No haré nada, — dije con indiferencia intentando no reparar en lo atractivo que se veía sonriendo con esa camisa azul marino que solían llevar todos los miembros del escuadrón de bomberos y en las mariposas que revoloteaban en mi estómago cada que me hacía sentir como su prioridad — sólo la cita y después iré a casa a dormir. —

— Bueno pues vamos a cambiar de planes porque no voy a permitir que pases tu cumpleaños aburrida en el consultorio de alguna ginecóloga. — anunció poniéndose de pie antes de tomar mi chaqueta y mi bolso — Vamos, primero a la cita y después veremos qué hacer. —

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