CAPÍTULO 33

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Asher Faith

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Asher Faith.

"Sé que han pasado ya mucho tiempo pero siempre pensé en ti como alguien que cumple sus promesas.

Estoy apunto de graduarme de la universidad y tu dijiste que estarías en primera fila cuando me entregaran mi titulo, riéndote de la cara de mis padres cuando se dieran cuenta de lo equivocados que estaban. Lo prometiste.

Sé que te fuiste por mi culpa y créeme que he intentado enmendar mis errores pero parece ser que eso no es suficiente para ti, todo esto lo hago por ti Jade; quiero ser mejor hombre para ti, para ser lo que te mereces y aún así pasen mil años yo te estaré esperando.

Espero poder verte en primera fila, es lo que más he anhelado durante todos estos años. En fin, dejaré la invitación en el mismo sobre que la carta así que si no lo ves es porque la loca de tu abuela me odia.

Por favor, regresa Jade.

Con amor, Asher Faith."

Las palabras de la carta llegaron a mi mente como susurros lejanos mientras sentía las primeras gotas de lluvia caer sobre mi rostro, estaba seguro de que en cualquier minuto comenzarán a mezclarse con lágrimas.

— Deberías de largarte. — gruñí mirando a Sebastian quien parecía estar demasiado entretenido tomando a escondidas de la chaqueta de su traje donde había escondido una pequeña botella de whisky.

— ¿Y dejarte solo con tu miseria? — preguntó con una sonrisa divertida — Eso no hacen los mejores amigos.— negó — Además, ahí está Joaquín y me da miedo que te quiera hacer algo, ya sabes que tiene cara de violador —

— Que tenga cara de violador no bastó para que no te lo cogieras, ¿no?

— Bueno, es que me gustan las emociones fuertes. — asintió riendo — No te molestes conmigo, yo no soy quien te dejó  plantado en  la ceremonia de graduación. —

— Vete a la mierda, no es divertido.— bramé mientras me ponía de pie tirando de mi corbata, sentía que una fuerza invisible había comenzado a apretar de ella — ¡Que se vayan a la mierda todos! —

— ¡Vamos Asher, ya sabes que me excitan los hombres rudos pero das lastima! — gritó Sebastian mientras corría detrás de mí.

Quería largarme de ahí, dejarlo todo y volver a casa a preguntarme en qué momento la había cagado tanto como para recibir este trato de ella pero no podía porque Sebastian se había quedado a mi lado sentado sobre las escaleras del centro ceremonial de la universidad, rechazando a sus padres e incluso a Javier, el chófer al que le comía el culo desde hace más de un año.

— Hiciste lo que pudiste, ¿bien? — dijo cuando llegó a mi lado — Te he visto luchar contra todo durante estos años para ser un hombre de bien, tu hiciste tu parte. —

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