Erase una vez una niña llamada Jade y un niño llamado Asher, ambos eran víctimas de los daños colaterales de los errores y ambiciones de sus padres; espíritus de niños deprimidos por el mundo cruel del cual nadie intentó salvarlos. Hasta que se cono...
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Asher Faith
— Mierda Asher, ¿sigues aquí? — preguntó Celia mientras se detenía sobre el pasillo.
— Sigue con tu camino. — gruñí antes de cerrar los ojos, ignorándola por completo.
— Jódete. — murmuró alejándose.
Solté un bufido mientras volvía a mirar el puto reloj de la pared, parecía que sus manecillas avanzaban cada mil años y eso me colmaba la paciencia. Llevaba sentado en la estúpida banca de la escuela durante cuatro malditas horas, un cuarto de hora más y juro que entraría en el salón delante de mí.
Deseaba llegar a casa y poder acostarme en un sofá de calidad mientras rezaba para que mi trasero no quedará plano después de esto, pero primero necesitaba ver a mi nena saliendo de ese salón sonriendo mientras me decía que sí iba a graduarse antes de comenzar a cagarme con los vestidos y esmoquin.
Jade había ido cada vez peor en la escuela, había tenido demasiadas faltas por el castigo que le dio la directora después de enterarse de haberse metido con una de las chicas becadas. La pobre se había creído con el derecho de llamar zorra a mi nena mientras intentaba acercarse a mí, no era fea, pero tampoco me gustaba meterme con personas con la reputación tan destruida.
Solo aceptaba a Celia, porque con un mensaje de mi parte ya estaba de rodillas frente a mí metiéndose mi verga a la boca.
Pero eso tampoco había sucedido, cuando Jade me dijo que tenía en riesgo matemáticas deje de acostarme con otras chicas para no mantener su mente ocupada en cosas banales, incluso había ido a estudiar todos los días, pero eso no sirvió para nada; necesitaba rendir un examen extraordinario o no pasaría el año.
Así que aquí estaba, esperando a que ese puto examen no acabará con la promesa de asistir al baile conmigo o irnos juntos a la universidad.
La puerta del aula se abrió llamando mi atención por completo mostrándome una chica de cabellera rizada y ojos marrones que me aceleraba el corazón el cual solo duro unos minutos así antes de pararse por completo.
Jade caminaba hacía mi con los ojos llenos de lágrimas mientras su labio inferior temblaba, siempre había pensado que era como una caricatura.
— ¿No pasaste? — pregunté asustado mientras me levantaba — Mierda, no te preocupes nena voy a partirle la madre a ese profesor y haré que te pasé, seguro que a nadie le gustaría meterse con uno de los F... —
— ¡Pase! — exclamó mientras me ponía su examen frente a la cara mostrando su nota lata.
— ¡Carajo, no vuelvas asustarme! — gruñí mientras comprobaba que el examen y su alegría eran reales.
— ¿Quién lo diría? — preguntó en voz baja mientras mirándome con diversión — Una mamada al profe y me pasaría con excelencia. —
