El comienzo

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LA PRINCESA DE LAS ROSAS (Capítulo 1)

—Ya deja de jugar con las calcetas y pontelas mi amor, vamos a llegar tarde al servicio de las 8:00 a.m.—

—No quiero ir a la iglesia mamá, no me gusta, los niños la pasamos mal en esa iglesia, nos lastiman y el pastor Kendhell me da miedo—

—¡Larislava Miordansh ya te dije que dejes de mentir! Es pecado; a Dios no le gustan las mentiras, el pastor Kendhell es un servidor de nuestro señor, deja de mentir, por favor, ya tenés nueve años—

—Mamá por favor créeme, no estoy mintiendo, en verdad no me gusta ir a la iglesia, me lastiman; mamá, además no me gusta vestirme con estos vestidos y calcetas de encaje, ni estas coletas tontas—

—¡Por Dios Laris, sos una niña! Así se visten los niñas, al pastor Kendhell le gusta que te vistas así, como la niña inocente que sos—

—Mamita por favor no me obligues a ir, no me gusta, el pastor Kendhell es muy malo, me toca, por favor créeme—

—No puedo creer hasta donde han llegado tus mentiras, él ha sido mi único apoyo desde que tu padre nos abandonó, agradecida deberías de estarle—

••••

Llegamos a la iglesia, el pastor Kendhell me veía como lobo acechando su presa, se acercó a nosotras.

—Querida Peonía que gusto verte; y ver tu hermosa niña Larislava—

—Es un gusto estar en comunión con Dios y con usted pastor Kendhell—

—Hoy toca charla espiritual con Larislava, así que me la llevaré al despacho celestial, disfruta del servicio, querida Peonía— dijo Kendhell tomándome de la mano.

—Mamá, no quiero, por favor no quiero, déjame quedarme; mamá por favor—

—Larislava, ve, Dios espera por ti—

¿Dios? Dios no esperaba por mí; ya sabía lo que pasaría, cada vez que me tocaban las famosas "charlas espirituales", el maldito asqueroso del pastor Kendhell, me obligaba a tocarle, a besarle; a lamer su sexo, mamá nunca se dio cuenta, hasta ese día de abril en el que una nueva familia se mudó a nuestro pueblo. Para entonces yo tenía doce años, planeaba escaparme de los abusos del maldito de Kendhell y de la absurda de mamá que se hacía la ciega.

—Hola, mucho gusto, soy Gina, tengo 11 años y mis padres y yo nos acabamos de mudar a Shartel— decía Gina, presentándose ante todos los niños de la iglesia; o mejor dicho ante todos los esclavos sexuales de Kendhell de los cuales ella pronto formaría parte.

—Hola Gina, bienvenida a Shartel— le decía Kendhell mientras le acariciaba el cabello, Gina era una niña trigueña, cabello castaño oscuro, ojos color miel; muy bonita, sentía tanta pena por ella.

Las cosas continuaron normales ese día, en la salida de la iglesia, mamá hablaba con la mamá de Gina, Gina y yo nos presentábamos, empezando así nuestra amistad.

De pronto el diablo salió por la puerta de la iglesia, —Gina quiero hablar con vos, ven por favor— dijo Kendhell.

Gina se encaminó hacía él, la tomé del brazo, —no vayas por favor— suplique, Gina sonrió, —tranquila, ya regresaré, solo hablaré con él, mamá dice que debemos obedecer a los servidores de Dios— dijo.

Mi casa estaba a 3 escasas casas de la iglesia, salí corriendo hacía ella, entré, subí a la habitación de mamá, en su mesa de noche mamá guardaba una pistola vieja de papá, la tomé, la metí en un bolsa, y salí corriendo hacía la oficina del pastor Kendhell.

Pasé corriendo en medio de mamá y la mamá de Gina; corrí tan fuerte como pude, entré de golpe a la oficina del pastor, encontré a Gina temblando en una esquina mientras el maldito cerdo de Kendhell sacaba su sexo, saqué la pistola, cerré un ojo, y disparé, pegué en la pared.

—Larislava, ¿qué haces?— dijo el maldito caminando hacía mí con su sexo colgando, —ni una más Kendhell— dije disparando de nuevo, esta vez apunté al corazón y no fallé, Kendhell cayó al suelo; Gina corrió hacía mí.

—Me has salvado, de aquí en adelante viviré para cuidarte— dijo.

Sonreí, caminé hacía el escritorio de Kendhell, y tomé una rosa roja de las que estaban en un jarrón sobre el mismo.

—Pudrete en el infierno, maldito cerdo— dije, dejando caer la rosa sobre el cuerpo ensangrentado.

Continuará...

- Lissbeth SM.

#MiMediaLuna

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