LA PRINCESA DE LAS ROSAS (Capítulo 39)

653 59 2
                                    

En cuanto lo escuché decirme que no sentía lo mismo por mí, me dolió el pecho, él había sido tan lindo conmigo, pero no podía creer que yo había malinterpretado las cosas, pero posiblemente era así, porque yo no sabía de amor ni de relaciones, sentía tanta vergüenza ahora, no podía creer lo que estaba pasando yo solo quería que la tierra me tragara, no sabía que hacer o decir, inhalé profundo, muy profundo, me le quedé viendo a los ojos y sonreí.

—Tranquilo, dije que creo sentir cosas, no que las siento, no tenés de que preocuparte ahora si me disculpas quiero descansar— dije todo con un nudo en la garganta.

—Descansa preciosa, mañana vengo a verte— dijo, dándome un beso en la frente.

No pude dormir, lloré toda la noche, sentía que me dolía el alma, me sentía tonta, pero no iba a permitir que me viera cabizbaja, para cuando amaneció ya me había bañado y estaba esperando a que Gina llegara con mi ropa, salí de bañarme cubriéndome con una toalla, encontré a Isaac en la habitación esperándome, en cuanto lo vi sentí que el corazón se me paralizó.

—Buenos días Lava, que bien te ves así, la forma de tus pechos es tan perfecta— dijo acercándose a mí lentamente, temblé juro que temblé pero me alejé, y desvié mi rostro para que no me besara.

—¿Pasa algo?—

—No, solo estoy esperando a Gina—

Justo en ese momento entraron Gina, Tessa y papá, en cuanto vi a papá y él me vio corrió a abrazarme y los dos empezamos a llorar, papá me tomó del rostro y me besó la frente, —no se que haría si algo te hubiese pasado, ustedes dos son mi vida— dijo papá, abrazándonos.

—Papá no debieron decirte nada, yo estoy bien, muy bien, solo quiero irme a casa, con ustedes.—

—Pues aquí está tu ropa, y mira te traje un celular de regalo y recuperé tu número— dijo Gina.

Entré al baño a vestirme, sentía un nudo en la garganta, me vestí, unos panst rojos, una blusa gris, unos tenis gris con rojo y salí.

—Ya podemos irnos— dije.

—Los llevo— dijo Isaac.

—No Dr. Monroy, no es necesario, papá trajo auto y creo que Tessa también, que tenga un lindo día— dije, saliendo de la habitación.

Isaac se me quedó viendo con un rostro de desconcierto, pero yo solo estaba haciendo lo necesario para no salir más lastimada de esto.

Durante el trayecto a casa, mi celular empezó a sonar, era Isaac no respondí, y solo apagué el celular.

Tessa me veía por el retrovisor, —Lava, no se si sea el momento para decir esto, pero dejaste impresionado a mi hermano, quiere conocerte—

—Perdón por lo que voy a decir Tessa pero tu hermano es un troglodita y no me interesa conocerlo—

Tessa no dijo más, llegamos a casa, nos bajamos, Tessa se despidió de todos, pero de Gina se despidió muy cariñosa, entramos a la casa, le contamos a papá todo lo que había pasado.

Papá lloró y me abrazó, yo me sentía tan mal, pero trataba de disimular, —oye Gina; ¿no tenés nada que contarnos?— lancé la presunta de golpe.

Gina empezó a toser, se nos quedó viendo fijamente —solo no me juzguen, ni se enojen conmigo, no se como pasó ni porque pero cuando Tessa me trajo del hospital y nos bajamos del auto, al despedirnos para que yo entrara a la casa nos besamos, yo no sabía que era bisexual, Tessa tampoco sabía que ella lo era, pero nos gustamos, lo hablamos y queremos intentarlo— dijo Gina explotando en llanto.

—Gina, ¿por qué lloras? Yo te apoyo si vos sos feliz yo también lo soy y te voy a amar como sea, de eso no te quepa duda— dije abrazándola.

—Tengo una nuera que hace feliz a mi pequeña y eso me basta y sobra— dijo papá, abrazándonos.

Nos sentamos a la mesa a desayunar, —papá, ¿qué sabés de mi bebé?— pregunté.

Papá se me quedó viendo muy asombrado, no entendía nada, —¿por qué me preguntas eso mi pequeño tomatito cherry?— dijo papá.

—Porque hace unas semanas conocí a una niña en la florería de la misma edad que tendría mi bebé; y te puedo jurar que lo que sentí al ver a esa niña es lo que siente una madre por su hijo.—

—Sería de hablarlo con tu mamá— dijo papá.

—Yo no tengo mamá, solo te tengo a vos y a Gina, papá—

—Ella ha estado muy enferma y no tiene dinero para sus medicamentos.—

—Pues no me importa, por mí que se muera.—

Me puse de pie y me fui a mi habitación a descansar, me quedé dormida.

Me despertó el timbre de la puerta, claro pase está en su habitación— dijo papá.

Tocaron a la puerta, no dije nada, entraron, y era Isaac, nos quedamos viendo, yo no dije nada, el se sentó en la cama, me tomó de la mano, yo intenté soltarme.

—No quiero perderte, no puedo perderte Lava, yo te quiero, por favor no te alejes, yo te quiero en mi vida siempre, por favor, no me hagas esto, sos una mujer maravillosa, no te vayas.—

Me le quedé viendo, no pude contenerme más, y empecé a llorar, Isaac me abrazó.

—Solo vete, por favor vete, necesito alejarme para que estemos bien, solo vete— supliqué.

Isaac me dio un beso en la fentre, se puso de pie, y antes de salir volteó a verme, —te quiero— dijo, no respondí y él cerró la puerta.

Gina entró corriendo a la habitación, —¿qué pasó?— preguntó.

—Nada, prepara todo, esta noche regresa el asesino de las rosas— respondí.

Continuará...

- Lissbeth SM.

LA PRINCESA DE LAS ROSAS Where stories live. Discover now