LA PRINCESA DE LAS ROSAS (Capítulo 28)

645 59 8
                                    

—Mucho gusto detective, y claro, con gusto respondo sus preguntas, pase—

Sentía mucho miedo, muchísimo, pero debía de ser astuta, no debía adelantarme, aún no sabía a que venía, sabía que el auto no lo habían encontrado, porque regresé por el y lo tenía en un lugar seguro, no había escuchando nada aún sobre el cuerpo de Valdor y ya habían pasado algunos días, dejé de pensar rápidamente.

—Tome asiento detective, ¿le puedo ofrecer algo de tomar?— Pregunté.

—No señora, gracias, solo quiero hacerle unas preguntas—

Entonces Lava enfureció y sin pedir permiso se adueñó de mí.

—¿Señora? Discúlpeme pero aquí el único que parece una señora y muy maleducada por cierto es usted, soy una señorita aunque no lo crea y le cueste más pronunciarlo, pido que me respete y use solo la palabra señorita o me llame por mi nombre para dirigirse a mí—

El detective que ya me veía raro, ahora me veía despectivamente, sacudí la cabeza para sacar a Lava, no podía estar haciendo esto solo porque su vanidad se sintió tocada.

—Bueno S E Ñ O R I T A, ¿conocía usted al señor Valdor Guzmán?—

En cuanto lo dijo Gina volteó a verme y empezó a temblar, no podía disimular su miedo, y eso me puso nerviosa.

—Detective, antes de responder sus preguntas podría mi hermana Gina retirarse de acá, este tema la pone mal—

—¿Por qué la pone mal?— Preguntó.

Me senté en el sofá al lado de Gina y la abracé, para intentar calmarla.

—Él es el ex novio de Gina, el día la inauguración de nuestra florería, la golpeó, Gina fue a parar al hospital a causa de las heridas, ese fue el motivo por el que terminaron, y como ve Gina está traumada por eso—

—¿Por qué no lo denunciaron?—

—Porque Gina no quiso, tiene miedo, y yo no quise obligarla porque vea como se pone al tocar ese tema—

—Ya veo, pues déjeme informarles que el señor Valdor, está muerto—

—¿Qué, cómo pasó eso?—

—Su cuerpo fue encontrado en un terreno baldío, en estado de descomposición, al parecer fue víctima del asesino de las rosas—

Gina empezó a llorar y yo a consolarla, —que horror, no me caía nada bien por lo que le hizo a mi hermana, pero tampoco me caía tan mal como para desearle la muerte—

De pronto tocaron a la puerta, me puse de pie y fui a abrir, —hola preciosa— dijo Isaac saludándome con un beso en la mejilla.

—Hola; pasa— respondí.

En cuanto entró se quedó inmóvil —Papá ¿qué haces aquí?— preguntó muy asombrado.

—La pregunta acá es, ¿qué haces vos aquí?— respondió el detective.

¡Jodeeeeeeer! No podía tener peor suerte, son papá e hijo.

—Bueno S E Ñ O R I T A, nos seguiremos viendo, tengan una linda velada, hijo recuerda que tenés novia— dijo saliendo de casa.

En cuanto lo escuché decir eso sentí que un puñal me atravesó el corazón, Gina se puso de pie y se fue a su cuarto.

—Lava, no tengo novia, te lo juro solo que mi ex se lleva muy bien con mis padres—

—Tranquilo, no me debes ninguna explicación—

Isaac se me quedó viendo y se acercó a mí lentamente, tocó mi rostro; y sus labios por fin tocaron los míos, puedo jurar que sentí que el cielo se abrió bajo mis pies, y que un río fluía entre mis piernas, su lengua y la mía se encontraron, jugaron, sus besos eran deliciosos, no se cuanto duró el beso, pero puedo jurar que nunca sentí algo así, me soltó, se me quedó viendo.

—Wow, deseaba tanto esto, y fue mejor de lo que esperaba, es más no fue suficiente, quiero más de esto— dijo Isaac tomandome por la cintura otra vez.

Mientras nos besábamos me recostó en el sofá, podía sentir su erección chocando contra mi pierna; quería tocar, necesitaba tocar, el bajó sus manos y empezó a tocar mis pechos, sin dejar de besarme entonces con mucho temor bajé mi mano y toque su miembro por encima del pantalón, oh Dios mío era enorme y grueso, en verdad era un muy buen miembro, en cuanto se lo toqué, me asusté y lo empujé.

—¿Qué pasa, no te gusta?— preguntó.

—No, no es eso, solo que yo, nunca había tocado un pə-nə— respondí bajando la mirada.

—¿Sos virgen?— preguntó levantando mi cara.

—Algo así— respondí.

—Perdóname, no sabía, y no tenés porque avergonzarte, me encantas, quiero hacerte mía, pero será cuando estés lista— respondió abrazándome.

Yo me sentía segura, verdaderamente segura, no quería soltarlo, de pronto él me soltó —¿te gusta la poesía?— preguntó.

—Pero claro, ¿a quién no le gusta?— respondí.

—Bien, te quiero leer algo de un escritor independiente, que acabo de encontrar y me gustó, parece escrito para ti, para nosotros—

Sacó su celular para leer; mientras yo escuchaba con atención.

«Lindo y grato momento, en el que venciste el miedo y sin titubear, al son de cuatro letras, pronunciarse un cordial saludo.

Un momento me detuve, en la incertidumbre si la condescendencia era la opción prudente, para responder al compás de cuatro notas.

No obstante, el tiempo de la partitura fue ágil, solo bastó un instante para que escucharas la dulce, y tal vez, más hermosa melodía.

Así se escribió el primer compás, a cuatro tiempos y en clave de sol.
Ahora somos dos voces que intentan componer, la más hermosa sinfonía.
-Iván Medina».

Me quedé boquiabierta, era un texto precioso y me lo estaban dedicando a mí, —¿Iván Medina es el autor?— pregunté.

—Así es, me gustó mucho y pensé en vos al leerlo—

—Pues escribe muy bonito, me encantó, ¡muchísimas gracias!— dije.

Isaac se acercó a mí y otra vez me besó, yo sonreí, en verdad esto se sentía bien, —Lava, no quiero pero debo irme— dijo.

—No quiero que te vayas pero entiendo— dije.

Nos pusimos de pie, lo acompañé a la puerta y antes de subir a su auto volvió a besarme, subió a su auto y lo vi marcharse, me di la vuelta y me dispuse a entrar, pero alguien me detuvo la puerta.

—¿Usted, qué hace aquí?— dije muy asustada.

Continuará...

- Lissbeth SM.

LA PRINCESA DE LAS ROSAS Where stories live. Discover now