LA PRINCESA DE LAS ROSAS (Capítulo 10)

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—Algo muy grave debes estarte pasando para que decidas huir así del mundo real y esconderte en tu mente, sos una buena niña, ¿qué harás de tu vida?— preguntó el médico.

«Que  buena pregunta ¿qué haré de mi vida? Lo único que quiero es salir de casa de mamá, no quiero ser madre, ¡yo no quiero ser madre!» Pensé.

—No sé que quiero hacer de mi vida, pero si sé lo que no quiero, y no quiero ser mamá—

—¿Entonces por qué no te cuidaste? ¿Por qué tuviste relaciones sexuales con tu novio a tan temprana edad— preguntó el médico.

Dios, su voz, su voz tenía algo, me daba paz, me tranquilizaba, siento deseos de que me abrace, de que me abrace siempre y no me suelte, nunca un ser humano me inspiró tanta paz, ni siquiera el señor Barshá.

—¿Novio, cuál novio? ¿De qué habla?— Pregunté.

—Deja de negar a tu novio y lo irresponsables que fueron, mi amor— dijo mamá irrumpiendo en la habitación y abrazándome.

Mamá estaba fingiendo para que el médico no la denunciara, vaya estrategia la suya.

El doctor Monroy me vio fijamente, se que él no estaba del todo convencido con lo que mamá decía.

—Bueno iré por tu alta, y por el nombre del psiquiatra al que debe llevarla señora, también les recomendaré un obstetra.—

En cuanto al médico salió; mamá me soltó, y me vio con tanto odio —Sos una estúpida, te dejaste embarazar por Barshá, porque aunque él diga que ese engendro no es suyo, es obvio que es de él, lleva más de un año cogiéndote—

—No mamá, él no mintió el bebé no es suyo, siempre se cuida (mentí, porque Barshá jamás me había tocado pero necesitaba hacerle creer a mamá que sí), es de don Rubén mamá— dije.

No dijo nada se quedó callada, trajo mi ropa me ayudó a vestirme, el doctor Monroy entró a la habitación.

—Señora por favor vaya a la estación de enfermeras ahí van a darle las últimas instrucciones, mientras tanto yo hago la última revisión a su hija—

Mamá salió de la habitación de muy mala gana.

—Se que algo malo te está pasando, pero no podés hablar, algo o alguien te lo impide, pero por favor niña si necesitas ayuda, si necesitas algo llámame— dijo dándome una tarjetita con su número de teléfono.

Lo vi fijamente, —Ahora mismo puede hacer algo por mí— dije.

—Decime, lo que sea, yo lo hago—

—¿Podría darme un abrazo, por favor?—

Él me vio con ternura, se acercó a mí y me abrazó.

Sus brazos rodeaban mi cuerpo, inhalé profundo quería recordar su aroma, era una mezcla de tabaco y café, no puedo explicar a ciencia cierta lo que sentí, solo puedo decir, que me sentí segura, entre sus brazos me sentí capaz de luchar contra todo, me sentía valiente, se separó de mí.

Me vio a los ojos, me vi reflejada en sus ojitos, pude ver en sus ojos estrellas que formaban la constelación del cinturón de orión, tenía un lunar cerca de nariz, usaba lentes y con el reflejo de la luz en sus ojos también se lograba ver a Saturno.

—Cuídate mucho pequeña, tenés una vida por delante, no dejes que te hagan creer lo contrario— dijo, saliendo de la habitación.

—Doctor— dije, él volteó a verme.

—Gracias por aparecer, aunque no lo crea usted me acaba de enseñar a ser fuerte, a no darme por vencida, a continuar, le prometo que repararé mis alas, volaré muy alto y no volveré a dejar que me las corten—

—¿Es una promesa?— dijo.

—Es una promesa— respondí, el sonrió.

DOCTOR MONROY

Conocer a Larislava en mi primer semana de interno me marcó la vida, era una niña llena de vida, sonriente, tierna, pero con un infierno en los ojos, hubiera dado todo por ayudarla, pero no pude, cuando la di de alta, me pidió un abrazo, al abrazarla inhalé el olor de su cabello, era una mezcla de brisa de mar y cerezas, sentí paz al abrazarle, me sentí seguro.

Cuando salía de la habitación, ella prometió que sería valiente, me dijo palabras muy maduras para su edad, y yo salí de esa habitación rogándole a Dios que me permitiese volver a verle una sola vez más, necesitaba volver a verle.

Continuará...

- Lissbeth SM.

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