LA PRINCESA DE LAS ROSAS (Capítulo 9)

969 84 2
                                    

Me despertó el olor fuerte a alcohol, medicamentos y desinfectante, abrí los ojos estaba en una habitación de hospital, lo sé porque tenía una bata puesta, una vía en mi mano que conectaba a un suero, vi al señor Barshá sosteniendo mi mano; en la otra esquina mamá y Sonia hablando, y Gina al otro lado llorando mientras me veía, quería hablar, juro que quería hablar pero no podía articular palabra, me sentía perdida en medio de las tinieblas de mi mente ahí me sentía segura, de pronto se abrió la puerta de la habitación y entonces escuché la voz que me paralizaría la vida por unos segundos.

—Buen día señores, soy el doctor Isaac Monroy, médico de su hija, hemos estudiado el caso de su hija Larislva, ella presenta un grando de deshidratación, debido a la falta de ingesta de alimentos y líquidos debido a ese shock nervioso que presenta, debemos recomendarles un psiquiatra que la ayude a regresar, creemos que ella tuvo que pasar algo muy fuerte para que decidiera refugiarse en su mente, ¿saben que pudo pasarle?—

—¿Doctor? ¿Pues qué edad tienes niño, 15? Y él no es el papá de Larislava, solo es un amigo— dijo mamá.

—Peonía, no seas grosera con el médico— dijo Barshá.

—Tengo 22 años señora— respondió.

Escuchar hablar al doctor hizo que mi corazón se acelerara, y puedo jurar que vi como en la oscuridad de mi mente se encendió una luz, una pequeña luz.

—Pues no doctor, no le ha pasado nada, yo creo que es un berrinche, o está intentando llamar la atención, ella es una niña amada y feliz— dijo mamá.

—Señora debo decirle que su hija de 14 años está embarazada, según los análisis no tiene más de 3 semanas—

—¿Qué, embarazada? No puede ser esta niña ya tuvo relaciones con su novio— dijo mamá, intentando disimular.

—¿Embarazada? Peonía pero nosotros quedamos en algo— dijo Barshá levantando la voz.

—Este no es el lugar— dijo mamá intentado escaparse de las acusaciones de Barshá.

En cuanto escuché la palabra embarazo, la luz que se había encendido en mi mente se apagó, sentí pánico; una sensación de frío recorrió mi cuerpo, sentí que el corazón se me iba a salir del pecho, escuché un chillido muy fuerte que lastimaba mis oídos, lleve mis manos a ellos, los cubrí y empecé a gritar, todos se asustaron.

—Está teniendo un ataque de ansiedad y pánico, salgan por favor— dijo el médico.

Todos salieron, el colocó medicamento en la vía que tenía en mi mano, y es lo último que recuerdo.

Desperté horas más tarde supongo, no había nadie en la habitación, o eso creí, de pronto un ángel se paró frente a mí, puedo jurar que pude verle alas, sonrió al verme, era alto, delgado, con barba, unos ojos preciosos, unos labios que formaban un corazón, y de pronto sonrió, tenía una sonrisa de medio lado que era preciosa y se le formaban unos hoyuelos que le combinaban muy bien.

—Hola, ¿cómo estás? Soy Isaac, sé que puedes escucharme, lo noté a pesar de que tenés la mirada perdida, sé que estás consciente de lo que pasa a tu alrededor, regresa, sos una niña valiente, debes regresar, hay personas aquí que te quieren, yo también quiero verte bien—

Lo escuché hablar y otra vez se encendió esa luz en mi mente; de pronto me fui de mi realidad y estaba en la oscuridad de mi mente y muy al fondo se veía una luz que brillaba, era el doctor hablándome.

—Hey, Larislava— escuché dos voces distintas, volteé a ver a todos lados, cuando de pronto sentí que me tomaron de ambas manos, ¿qué carajos estaba pasando conmigo? Estaba en mi mente, ¿cómo podía haber alguien más?

—No te asustes, estamos aquí para ayudarte—, y de pronto los vi, eran una chica y un chico de aproximadamente 28 años, —Soy Emily y soy parte de vos— dijo la chica, —y yo soy Patrick, también soy parte de vos— dijo el chico.

—Estamos aquí para ayudarte, pronto sabrás de nosotros, o más bien cuado nos necesites, por ahora ve a la luz que ves en el fondo, ya no estás sola Larislava— dijeron al unísono.

—Larislava vuelve— gritó el médico, y entonces inhalé profundo y logré salir de mente, sentándome de golpe en la cama; y abrazando al médico a quien tomé por sorpresa.

—¿Qué es lo que te han hecho? Podés confiar en mí solo quiero ayudarte, este daño psicológico que tenés fue causado por algo o por alguien; decime que te han hecho— dijo el médico.

—Si algo me ha ensañado el tiempo y los daños es que, no puedo confiar en nadie, que nadie ve el dolor ajeno, todos se vuelven ciegos ante él y pasan de largo, y que las personas con cara de ángel como usted, suelen ser las más peligrosas, debo temerles, el mal a veces tiene cara de cielo—

En cuanto el doctor me escuchó decirle eso, cambió su rostro, me vio fijamente.

—Estás más dañada de lo que imaginé
— dijo.

—Pero ese no es su problema, mañana yo me iré de aquí y usted me olvidará, sin embargo mis problemas seguirán conmigo, veame como lo que soy doctor, una paciente más, no quiera jugar al héroe conmigo, no necesito ser salvada, voy a ser mi propia salvadora, soy lo único que tengo— respondí.

—Sos demasiado déspota— dijo.

—Y usted demasiado metiche— respondí.

Continuará...

- Lissbeth SM.

LA PRINCESA DE LAS ROSAS Where stories live. Discover now