LA PRINCESA DE LAS ROSAS (Capítulo 20)

700 65 6
                                    

Me encontré a Isaac sentado en la sala, conversando con papá, no pude disimular mi asombro, pero a la vez sentí tanta emoción, papá corrió a abrazar Gina, en cuanto papá la abrazó Gina se puso a llorar, yo me acerqué a saludar a Isaac, él se puso de pie, y me saludó con un beso en la mejilla.

—¿Qué rayos haces aquí, quién te dio mi dirección?— Pregunté, fingiendo molestia.

—Me la dieron en tu florería, te dije que tenemos que hablar y como no me diste ni tu número de celular, pues vine hasta tu casa, tu papá es muy amable— respondió.

—Preparé el caldo de pollo de cuando eran niñas, ¿sé queda a comer con nosotros, Doctor?— dijo papá, volteando a ver a Isaac.

—No papá, él ya se iba, ¿verdad Doctor?—

respondí rápidamente.

—No, de hecho si puedo quedarme— respondió Isaac tomándome de la mano.

En cuanto me tomó de la mano sentí que el corazón se me detuvo, sentí que todo lo bueno podía ser posible, y que si él estaba a mi lado yo era inmune a todo, incluso inmune a mí, no sabía que era lo que estaba sintiendo, pero sin duda alguna me gustaba sentirlo.

Papá puso la mesa, sirvió el caldo de pollo que tanto nos gustaba a Gina y a mí y al parecer a Isaac también le gustó, yo lo veía comer, era tan perfecto, su barba, sus ojos brillaban, como noche estrellada, sus manos grandes y bien cuidadas, era uno de esos hombres que parecen un sueño hecho realidad.

Terminamos de comer, ¿—quieren postre?— preguntó papá.

—¿Helado de queso fresa?— dijimos Gina y yo muy emocionadas.

—Pero claro, el favorito de mis niñas— dijo papá.

Papá fue a la cocina regresó con helado y lanzó un bomba.

—¿Cuáles son sus intenciones con Lava, Doctor?—

Yo me ahogué, —¡Papá!— grité.

—Déjalo Lava, yo lo entiendo— respondió Isaac, poniendo su mano sobre la mía.

—Verá señor Barshá, creo que es obvio que Lava es una mujer muy bonita e inteligente, ella y yo hablamos esto desde anoche, queremos ser amigos, formar una bonita amistad—

—Solo espero que no la lastime, porque usted no tiene idea de todo lo que Lava a pasado, ella merece todo lo bueno del mundo, no merece que la lastimen más, así que por favor cuidela; usted tiene la luna en sus manos— dijo papá.

Isaac volteó a verme como queriendo preguntarme que me había pasado pero no lo hizo, comimos helado, entre risas y papá contando anécdotas de cuando éramos niñas, de pronto tocaron a la puerta de la casa, papá se puso de pie, era el repartidor de nuestra florería, con un enorme ramo de rosas.

Papá, las tomó y se las dio a Gina, Gina las tomó muy emocionada y abrió la tarjeta, sonrió y volteó a verme enseñándome la tarjeta, que decía «PERDÓN»

—¿Ves? Te dije que Valdor no es malo— en cuanto escuché eso, sentí que perdí el control de mí, me puse de pie.

—¿Es en serio Gina? ¿Estás tonta o qué? No puedo creer que seas la típica mujer tonta a la que le rompen el hocico y se lo arreglan con rosas, no puedo creer que tu dignidad e integridad física valgan un maldito ramo de rosas, ¡malditas rosas! Mujeres tontas que creen que con una rosa les devuelven la dignidad— grité.

—Lava cálmate— dijo Isaac.

Gina lloraba abrazada a su ramo de rosas.

—¿De qué hablas, Lava?— preguntó papá.

—Vamos Gina, respóndele a papá, velo a los ojos y decile que el hijo de puta de Valdor te golpeó y que con estás malditas rosas automáticamente se acaba de volver mártir—

—¡Ya basta!— gritó Gina.

—Pues ya basta, juré protegerte, pero no puedo protegerte de vos— grité, quitándole las rosas y Gina y golpeando la mesa con ellas en medio de gritos y lágrimas, hasta que desbaraté el ramo de rosas, y es lo último que recuerdo.

Desperté en mi habitación, papá, Gina e Isaac me observaban.

—¿Qué pasó?—

—¿Cómo te sentís?— preguntaron.

—No quiero ver a Gina, que se vaya— respondí.

—Pero Lava— dijo Gina, con los ojos llenos de lágrimas.

—¡Qué te largues!— grité.

Gina salió corriendo y tras ella, papá.

Isaac se me quedó viendo y me tomó de la mano, —¿Con qué frecuencia te ocurre esto de perder el control y luego la conciencia?— Preguntó.

—¿A qué viene esa pregunta?—

—Verás hace 6 años, conocí a una niña en el hospital, por alguna extraña razón no recuerdo su nombre, no era común, pero esa niña me hizo sentir algo que jamás sentí, hasta que que té conocí y te abracé, esa niña estaba perdida en su mente, y por esa niña me estoy especializando en psiquiatría—

Al escucharlo decir eso, Emily, Patrick y Lava, hablaron.

Continuará...

- Lissbeth SM.

LA PRINCESA DE LAS ROSAS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora