LA PRINCESA DE LAS ROSAS (Capítulo 49)

523 51 3
                                    

Dante me abrazó muy fuerte, sollozaba, en ese instante sentí ternura, mucha ternura, me vio a los ojos y acariciaba mi rostro, sus ojos estaban totalmente cristalizados, yo lo abracé fuerte, y poco a poco se fue calmando, fue dejando de estar tenso y se relajó.

—¿Qué haces aquí?— preguntó.

—Mi hermana me llamó, Tessa estaba muy preocupada por vos y creyó que yo podría calmarte, y pues aquí estoy— respondí.

—Perdóname Lava, al parecer estabas en una cita romántica con tu novio y yo la arruiné— dijo.

—No, no te preocupes, Isaac entiende.—

—Qué afortunado es por tenerte para él, sos paz Lava, sos tranquilidad, sos como té de manzanilla para mi alma.—

—Gracias, ¿ya más tranquilo?— Pregunté.

—Sí, ya más tranquilo, podés irte— respondió.

—Me puse de pie y me dispuse a salir.—

—Lava—

—¿Si?—

Se puso de pie, se acercó a mí; y me dio un beso en la frente, —gracias, pequeña cerecita andante— dijo Dante, yo sonreí.

Salí de ahí, bajé las escaleras con la esperanza de ver a Isaac ahí, pero no estaba, solo estaban Tessa y Gina.

En cuanto Tessa me vio, corrió a abrazarme, —gracias Lava, en verdad no se como pagarte esto, nadie había logrado tranquilizarlo así de fácil— dijo.

—Pero... ¿qué le pasó? ¿Por qué se pone así?— Pregunté.

—Perdón Lava, pero no puedo decirte, ya te lo dirá él cuando lo crea oportuno, por el momento solo puedo agradecerte— respondió Tessa.

—No te preocupes, entiendo... oigan, ¿vieron a Isaac?— pregunté.

—Si, dijo que te esperaba afuera— dijo Gina.

Me dispuse a salir, Gina me acompañó, —está muy molesto, se le nota en la cara— me dijo Gina, yo no dije nada, abracé a mí hermana, me despedí de ella, salí, y efectivamente Isaac me esperaba afuera, estaba fumándose un cigarro, recostado en el auto, me acerqué a él; —¿Me das uno?— dije.

Isaac sacó la cajetilla, me dio un cigarro, me ofreció fuego, y me paré al lado de él a fumar, —quiero que sepas que no estoy molesto con vos, estoy molesto con la situación Lava, odio sentirme así, frustrado, te amo y no podemos estar juntos, luego está papá que me presiona, y vi la forma en la que Dante te ve, no quiero que nadie más te vea como te veo yo, pero soy injusto, yo no te ofrezco nada y te amo, yo te amo— dijo.

—¿Y qué más da como vean los demás a mí, si yo no veo a nadie como te veo a vos?—

Al escucharme decir eso, tiró el cigarro, lo apagó, yo hice lo mismo; y me abrazó, me abrazó muy fuerte, yo correspondí al abrazo, nos vimos a los ojos, toqué su rostro, tocó el mío, y nos besamos.

—¿Puedo quedarme a dormir hoy, quiero abrazarte y no soltarte— dijo Isaac.

—Si podés— respondí.

Nos subimos al auto e Isaac condujo a casa, entramos, —esta noche te haré el amor de una forma distinta— dijo Isaac, yo sonreí.

Entramos a mí habitación, se desvistió, ayudó a desvestirme, fuimos a la regadera, nos metimos a bañar, Isaac enjabonó cada centímetro de mi piel, luego lo enjaboné a él, nos veíamos a los ojos, nos besamos, salimos de la ducha, el secó mi cuerpo, yo el suyo, nos pusimos crema, y nos metimos a la cama, me llevó a sus brazos, me recosté en su pecho, él acariciaba mi cabello y yo acariciaba los vellos que él tenía en el vientre.

—Te amo— susurré.

—También te amo, mi luna— respondió.

Nos quedamos dormidos.

•••

Nos despertó el sonido de mi celular, lo tomé y era la señora Carola.

—Bueno—

—Lava, cariño disculpa la hora pero mi esposo y yo queremos invitarte a vos y tu novio a desayunar con nosotros— dijo.

Puse el altavoz para que Isaac escuchara.

—Oh claro, dígame cuando—

—Hoy, en una hora más, cariño— dijo la señora Carola.

Isaac me hizo una señal de aprobación; y yo acepté, en cuanto colgué, Isaac me besó, y me llevó a él, —te juro que nunca había conocido a nadie que sea como sos; sos diferente, sos maravillosa, y no quiero que te vayas nunca de mi vida— yo lo besé, y él se puso de pie, —iré a cambiarme de ropa a casa, hace lo mismo; y paso  por vos en 40 minutos— dijo dándome un beso.

Pasados 40 minutos Isaac llegó por mí; me llevaba un tulipán, yo sonreí, nos besamos; y nos fuimos a casa de la señora Carola.

Llegamos y nos hicieron pasar al jardín al lado de la piscina, ahí estaba una mesa, llena de comida que se veía deliciosa, la señora Carola y el señor Augusto nos saludaron muy cordialmente, —que bonita pareja hacen— dijo la señora Carola, no somos novios— respondí; —¿pero a caso me estás negando Lava?— dijo Isaac, todos reímos, —soy muy afortunado por tenerla conmigo; ¿no creen?— dijo Isaac dándome un pequeño beso, todos volvimos a reír; y el desayuno continuó normal hasta que el señor Augusto dejó caer una bomba.

—Oye Lava, ¿conociste a Peonía?— preguntó.

El mundo se me vino encima, intenté mantener la calma, estaba temblando, cuando sonó mi celular, eso me salvó.

—Disculpen; debo responder... bueno, si, soy yo, ¿Qué, cómo? Ahora misma salgo para allá?

—¿Qué pasó?— preguntaron todos.

—Era del hospital de Shartel, papá está muy grave, debo ir por Gina e irnosa Shartel— respondí, llorando.

Continuará...

- Lissbeth SM.

LA PRINCESA DE LAS ROSAS Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt