LA PRINCESA DE LAS ROSAS (Capítulo 35)

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Patrick me sujetó del brazo, —cuándo te pregunten que pasó, deberás dejarme hablar a mí, y Lava hará el drama, nos debes permitir pasar, somos tu pase a la libertad, porque si lo haces vos, nos vas a llevar al matadero, me caes bien niña, pero estás bastante tontita, ah y te daré un consejo, no le des tanto poder a ese muchachito barbón, sé lo que sentís por él y créeme eso no te llevará a nada bueno, y no quiero tener que lastimarlo.—

E: —Creo que lo mejor es que no la dejemos salir de aquí, que la llevemos a un lugar donde podamos mantenerla bajo control.

L: —Ay que emoción, vamos a apoderarnos del cuerpo; al fin será solo nuestro.—

—¡Lava por favor regresa, estoy aquí para vos, regresa rojita.— ¡Era Isaac!

P: —¡Sujetenla fuerte!—

—¡Ya déjenme en paz o les juro que acepto tratamiento psiquiátrico y los saco de aquí, me ayudan, los ayudo— grité.

P: —Vos ganas, sueltenla, solo recuerda Larislava, déjanos a la zorra y a mí hacer el trabajo.—

—Así será, lo prometo— respondí.

ISAAC

Tenía a Lava entre mis brazos, solo le hablaba al oído para traerla de regreso, su piel estaba fría, muy fría, su mirada seguía perdida, —Lava regresa, no quiero perderte, no otra vez.—

—Aaaaaaaaahj, Isaac— dijo Lava volviendo en sí, tocándome el rostro y desmayándose.

—Lava, Lava, ¡No me hagas esto, joder! Tessa llévame al hospital— grité.

Tomé a Lava en mis brazos, salí a toda prisa de ahí, subimos al auto, Tessa conducía lo más rápido posible, yo no dejaba de hablarle al oído a Lava, llegamos al hospital, tomé a Lava nuevamente entre mis brazos y me dispuse a entrar al hospital, —Tessa, ve por Gina, por favor— grité.

Entré al hospital, las enfermeras corrieron a ayudarme, me llevaron una camilla, recosté a Lava, entramos a la emergencia.

GINA

Estaba recostada en el sofá, pensaba en todas las veces que Lava y yo jugamos a ser mujeres exitosas, y cuando lo estábamos logrando, me la quitan, merecíamos algo.

De pronto empezaron a tocar la puerta como locos, golpe tras golpe, —Gina, soy Tessa, abre por favor, abre, te traigo buenas noticias, abre Gina.—

¿Qué rayos hacía Tessa aquí? Me puse de pie y abrí la puerta, —¿qué pasa, por qué tocas así? Pregunte un tanto molesta.

—Es Lava, es Lava— dijo Tessa muy emocionada.

—¿Qué con ella? Te dije que murió.

—Pues eso precisamente, ¡Lava está viva, la hemos llevado al hospital! Isaac está atendiéndola, vine a llevarte con ella— dijo Tessa.

ISAAC

Atendimos a Lava, estaba totalmente deshidratada, tenía muchos golpes, raspones, moretones, picaduras de insectos, tenía mordidas en el cuerpo, tenía miedo de que la hubiesen abusado, pero no, afortunadamente no había sido abusada.

Ya le habían dando una habitación, tenía sus pies llenos de ampollas, y sus labios totalmente agrietados, tenía oxígeno y medicamentos vía intravenosa, me acosté al lado de ella, la abracé, inhalé el aroma de su cabello rojo, la tomé de la mano, y comencé a susurrarle un poema al oído,

«Mírate eres perfecta, esas manos  capaces de tranquilizar al más peligroso demonio.

Mira esa sonrisa, tan ingenua, valiente, esa sonrisa que se contagia con solo verla, aquella que motiva aunque se sienta que no puedes más.

Mira esas piernas, tan cálidas, resguardando el más dulce de los infiernos.
Mira esos labios rojos, tan perfectos, esos que al verte me hacen temblar de nervios y de deseo por morderles.

Mira tus ojos, tan llenos de paz, llenos del cielo.

¡Mira bien! ¿Ves esa lágrima? ¡Límpiala!
¡Eres perfecta! Para mí lo eres.
Ahora sonríe, mira mis ojos que yo veré los tuyos, tomare tu mano, calmaré  tus demonios, me perderé en tus piernas. Morderé tus labios y te protegerán mis brazos.

Guardare tu risa, tus caricias y tu calor en mi memoria, pero permíteme ver tus ojos y como brillan, que solo ellos, escucha bien, solo ellos me muestran la belleza de tu alma, esa que guardare no solo en mi memoria, si no que también en mi corazón.
- Iván Medina.»

Cuando terminé de susurrarle el poema, movió la mano, a ella le gustaba que leyera; y yo buscaba poemas, textos, frases que me hacían pensar en ella cuando los leía.

Le vi fijamente a los labios, en verdad eran tan perfectos, y quería probarlos de nuevo, se los toqué, los acaricie, ¡Joder, ¿qué era lo que estaba sintiendo por Lava?

De pronto Gina entró corriendo, y se tiró sobre Lava a abrazarla, yo me puse de pie inmediatamente, y atrás de Gina, entró papá.

Continuará...

- Lissbeth SM.

Nota del autor, en una hora aproximadamente estará el audio poema del texto mencionado acá, en la página de Facebook de Iván Medina.

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