LA PRINCESA DE LAS ROSAS (Capítulo 26)

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Gina salió corriendo de su habitación, bastante asustada, me vio molesta, demasiado molesta.

—¿Qué pasó ahora?— preguntó un tanto asustada.

—¡No murió, el amigo de Isaac no murió, está en el hospital! ¿Te das cuenta? El sabe quien intentó asesinarlo, ¡no murió maldita sea!—

—Lava, yo en verdad lo lamento, te prometo que voy a arreglarlo, solo déjame pensar como—

—No Gina, esto voy a arreglarlo yo, ya veré que hacer, por ahora vamos a dormir, ya mañana veré que hago—

Gina entró a su cuarto y yo al mío, me metí a bañar, salí de bañarme, me metí a la cama, y entonces pasó algo demasiado raro, vino a mi mente la forma en la que me vio Isaac al salir solo con ropa interior, sentí cosquilleo entre mis piernas, sabía que era excitación por lo que había leído y lo que nos enseñaban en el colegio, pero jamás lo había sentido, hasta que me sentí deseada por Isaac, sentía tantas sensaciones recorriendo mi cuerpo.

Mi respiración se empezó a agitar, mis pə-zö-nəs estaban duros y firmes, la piel se me erizó, empecé a acariciar mis pechos, se sentía bien, los apretaba fuerte, luego bajé mi mano derecha por todo mi abdomen, la deslicé, hasta llegar a mi vą-gī-ną, sentía miedo, mucho miedo, pero deseaba tanto hacerlo, la mano me temblaba, e imagina a Isaac tocándome, el simple hecho de imaginarlo me hizo jadear, introduje uno de mis dedos, y ¡joder! Fue una sensación deliciosa, que recorrió todo mi cuerpo, jamás había sentido algo así.

Empecé a deslizar mi dedo de arriba, abajo, mi cuerpo se arqueó, apretaba mi pecho con la otra mano, mordía mi labio, tenía los ojos cerrados, imagina a Isaac en medio de mis piernas deslizando su lengua por mi clitoris, y su barba rozando mis labios vą-gī-ną-ləs, ¡estaba en el paraíso! Aceleré los movimientos de mi dedo, gemí, y entonces sentí una explosión en mi interior que se regó por todo mi cuerpo, y entre gemidos y la respiración entre cortada dije su nombre una y otra vez.

Si en verdad existe el cielo, puedo jurar que un orgasmo es lo más cercano a el.

Estaba totalmente mojada, extasiada, sentía algo distinto en mi cuerpo, sin saberlo Isaac acababa de darme un momento de gloria, me quedé dormida pensando en él, y lo bien que seguramente usaba esa lengua pícara que tenía.

Me despertó mi alarma, a pesar de todo me sentía de buen humor, me metí a bañar, me cambié, arreglé mi cabello rojo, salí de mi habitación, Gina me había preparado el desayuno, le di los buenos días muy contenta, estaba muy hambrienta.

—Pensé que estabas molesta conmigo— dijo Gina.

—No mi amor, para nada, ya lo solucionaré vos tranquila—

Terminamos de desayunar, y me dirigí a la florería, abrí, y seguía de muy buen humor, pero pensando que haría para solucionar el problema ocacionado por no haber matado a Saúl.

De pronto se abrió la puerta de la florería entró una chica alta, cabello negro, largo, muy elegante, con lentes oscuros, vestida toda de blanco.

—Buen día señorita, me da una rosa roja por favor?—

—Claro, con mucho gusto, ¿a nombre de quien su factura?—

—Tessa Landier, por favor—

—Aquí tiene, gracias por su compra—

—Gracias, bonito día— respondió la chica saliendo a toda prisa.

En ese momento sonó mi celular, era una llamada de Isaac, en cuanto lo vi sentí cosquillas en mi entrepierna, ¿qué rayos estaba pasando conmigo? Ese hombre me provocaba demasiado.

—Bueno—

—Hola Lava, ¿cómo estás? Te extraño—

En cuanto lo escuché decir eso mi corazón latió más rápido, —estoy bien, yo también te extraño, pero entiendo la situación, ¿cómo estás Saúl?— necesitaba saber sino me había delatado aún.

—Esta grave pero estable y sigue en coma, ojalá estuvieras acá—

¡Bien, esta era mi oportunidad para terminar con todo!

—Cerraré la florería y voy para allá, los amigos estamos en todo momento, no voy a dejarte solo—

—Sos maravillosa, te quiero—

Cerré, la florería y me dirigí al hospital, en cuanto Isaac me vio entrar corrió a mí.

—Gracias por venir—

—No agradezcas, para eso estamos los amigos—

Nos sentamos en el sofá de la sala de espera, Isaac me abrazó, yo sentía que no podía estar en un lugar mejor, él me daba paz, pasada una hora aproximadamente, me puse de pie.

—Ya regreso, voy al baño— dije.

—¿Te acompaño?—

—No, no es necesario, mejor quédate acá por si hay noticias—

Me dirigí a toda prisa a terapia intensiva, tuve que vigilar unos minutos para que nadie me viese entrar, busqué la habitación de Saúl, y oh sorpresa cuando entré, escuché el monitor avisar que Saúl, había muerto, pero lo que vi me dejó asombrada.

¡Era Tessa, la chica que había llegado a la florería, quitaba la almohada del rostro de Saúl y le ponía una rosa encima.

Continuará...

- Lissbeth SM.

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