LA PRINCESA DE LAS ROSAS (Capítulo 65)

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En cuanto vi los resultados empecé a llorar, y abracé a Dante, —es mi hija, Dante, esa pequeña es mi hija, yo lo sabía, mi corazón me lo dijo desde la primera vez que la vi, Aisha es mi hija—, le di el sobre a Augusto, él se me quedó viendo, no dijo nada.

De pronto reaccioné a la realidad, —Gina se fue sin saber que tenía una sobrina, ¡joder! Tan emocionada que estaba y no lo supo, maldita Peonía, haré que pague con sangre lo que le hizo a Gina— dije entre lágrimas.

—No, si supo, por eso estaba tan feliz, no se aguantó y abrió el sobre, ella supo que Aisha era su sobrina, de hecho en casa tengo unas cosas que fuimos a comprarle y una carta que Gina le escribió— dijo Tessa, llorando desconsoladamente.

—Hija, el problema aquí es, que Carola y yo somos los padres legales de Aisha, por mi no hay problema, yo amo a Aisha y ahora que se que lleva mi sangre; la amo aún más, yo la amé sin saber nada, y ahora soy más feliz aún, pero Carola también la ama; y dudo mucho que quiera entregártela, y menos después de la golpiza que le diste, y de que yo le pidiera el divorcio por maltratar a nuestra hija.— dijo Augusto.

—Iré a las últimas consecuencias para recuperar a mi hija, no puede estar con ese monstruo.— vociferé.

—Pongo mis abogados a tu disposición, nena— dijo Dante.

—Yo puedo testificar de que te la robaron, que vos creías que había nacido muerta— dijo papá.

—Y yo testificaré que Carola maltrataba a la niña— dijo Augusto.

—Todo se escucha muy bien, pero se les olvida algo, Lava tiene un trastorno y cuando pidan el análisis psicológicos o psiquiátricos saldrá a la luz, y ningún juez pondrá una niña bajo su cargo con ese diagnóstico— dijo Isaac.

Aunque me dolía lo que Isaac estaba diciendo tenía razón, —en eso tenés razón— dijo Tessa.

—¿Pueden dejarme a solas con Lava, por favor?— dijo Isaac.

Papá se acercó a mí, me dio un beso en la frente, luego Augusto me abrazó fuerte; y por último Dante; me dio un pequeño beso en los labios.

—Debo confesarte que saber todo esto me ha asombrado y también dolido, no tuviste la confianza de hablarlo conmigo; me he enterado por otros, si lo hubiese sabido desde que te encontré, todo hubiese sido distinto, y me gustaría que me dejes ayudarte para recuperar a tu hija, déjame ayudarte a que engañes a los médicos, para que te entreguen a Aisha y luego déjame ayudarte a dormir a esas personalidades tuyas.— dijo Isaac tomándome de la mano.

•••

L: —¿Escucharon eso? Este maldito barbón sexy nos quiere poner a dormir, no es justo, él solo lastima a Lava, y nosotros la ayudamos y solo viene a decir que nos va dormir.

P: —Mi querida Zorrita, piernas fáciles, tenés toda la razón, creo que lo más prudente es que, en un descuido de Lava yo le corte el cuello a este infeliz.—

E: —A ver, tranquilos, no vamos a hacer nada, creo que sabíamos que tarde o temprano esto iba a pasar, creo que Lava merece ser feliz, y si para eso tenemos que dormir, pues nos dormimos, si en algún momento ella nos vuelve a necesitar, ella misma nos traerá de regreso.—

•••

—¿Podrías sacarme de aquí? Siento que me estoy ahogando— dije.

—Claro, vamos a mi departamento, allá podrás descansar, yo te cuido.— dijo.

Salimos de la funeraria sin que se dieran cuenta, en ese momento no pensaba en nadie más, solo en mí y en la paz que necesitaba sentir, subimos a su auto, en el trayecto a su departamento ninguno de los dos habló, llegamos; bajamos del auto, entramos a su departamento.

—¿Puedo tomar una ducha?— dije.

—Claro, hay un baño en mi habitación, te daré toallas y te prestaré una de mis batas— respondió Isaac.

Me metí al baño, abrí la regadera, el agua empezó a recorrer mi cuerpo, y las gotas de agua, las gotas de lágrimas empezaron a correr, me bañé y lloré, salí de la ducha, sequé mi cuerpo y salí a la habitación donde me esperaba Isaac.

—¿Lo amas? ¿Te has enamorado de él?— Preguntó Isaac.

—¿De qué o quién hablas?— respondí.

—De Dante—

—Sería imposible no quererlo—

Isaac se acercó a mí, nos vimos fijamente a los ojos, acarició mi rostro, nos acercamos lentamente; hasta fundirnos en un apasionado beso, mi bata cayó al suelo.

Continuará...

- Lissbeth SM.

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