LA PRINCESA DE LAS ROSAS (Capítulo 61

449 49 2
                                    

ISAAC

Entramos corriendo a la casa, encontramos a Lava sentada en el sofá; y a Carola en el suelo bastante ensangrentada, Lava tenía una brillo extraño en los ojos, un brillo que jamás le había visto.

—Llama a tu padre Isaac— dijo.

No pregunté nada, solo hice lo que me pidió, papá llegó como en cuestión de 15 minutos, entro con toda la autoridad del mundo, al ver a Carola en el suelo, ensangrentada, fue hacía Lava para detenerla, Lava se puso de pie, y vio a papá de forma desafiante; y empezó a hablar.

—Ay detective, no sé quien es más inútil si usted o su hijo, ¿piensa detenerme a mí? Por favor, yo estoy aquí haciendo su trabajo, y tengo aquí las pruebas— sacó su celular y mostró un vídeo en donde la señora Carola, aceptaba con todo cinismo que maltrataba a Aisha porque la sacaba de quicio, —después de que me dijo todo eso, la golpeé para que la muy perra vea lo que se siente, ja, ja, ja, ja, después de hoy lo pensará dos veces para volver a golpear o insultar a una niña— dijo Lava.

—Salgan todos, tengo que hablar a solas con la sospechosa, y llévense detenida a Carola, por abuso infantil— dijo papá.

Todos salimos, Dante le dio un beso a Lava, y sentí que la sangre me hirvió, pero no dije nada, todos salimos.

LAVA

El detective se acercó a mí, y con voz tajante empezó a amenazarme, pobre de él, porque no sabía con quien estaba hablando, la dulce Lava, en este momento dormía, ja, ja, ja, ja, —no sé como le haces para liberarte de toda acusación, pero yo estoy seguro que algo escondes, y lo voy a confirmar ahora que voy a llevarte detenida por golpear a esa pobre mujer—

Me le quedé viendo a los ojos, me le acerqué lo tomé del cuello y lo alcé, lo estaba ahorcando mientras lo amenazaba, —me tenés harta detective de quinta, te tenía consideración porque tu hijo tenía una parte de mí, pero ahora ya no la tiene, así que no, no vas a llevarme detenida, no vas a perseguirme más; porque el mequetrefe de tu hijo ya no me importa, y a vos si te importa, además sé que adoras a tu perfecta nuera, no sea el caso de que algún accidente pase con alguno de los dos, déjame en paz Francisco Monroy.— dije dejándolo caer al suelo, se puso de pie en seguida.

—¡Sos una estúpida, no entendés nada, no estoy obsesionando con que seas asesina, estoy obsesionando con...— se detuvo no finalizó.

E: —Joder, acabo de entender todo, Patrick dale el control a Lava por favor.—

P: —¿De qué hablas Emy? ¿Cómo pretendes de que le de el control a la zorra cabeza de alcornoque?—

E: —Con un demonio Patrick, por primera vez hazme caso sin preguntar, ¡qué le des el control a Lava, y Lava se más sensual que nunca, pero déjame hablar a mí.—

P: —Ok, ok, no te exaltes cerebrito, pasen.—

L: —Compermiso troglodita, mi turno ha llegado.—

Me acerqué a él lentamente, —ya veo que es lo que pasa acá, usted no me quería lejos de su hijo por su hijo, sino por usted, se siente atraído por mí; vaya sorpresa detective— dije acercándome mucho a él.

—Claro que no, es, es, es, estás loca tartamudeó.

—¿Está seguro? ¿Por qué tan nervioso detective?— dije deslizando mi lengua en su rostro.

—No me gustas para nada.—

—¿Ah, no? Porque está erección dice lo contrario— dije colocando mi mano sobre su sexo erecto.

—¡No te quiero cerca de Isaac!— Gritó.

En ese momento entraron Isaac y Dante a la habitación, —¿qué pasa aquí?— dijo Isaac.

—Pregúntale a tu padre— respondí, saliendo de la habitación tomada de la mano de Dante.

En cuanto salí de ahí, volví a ser yo y empecé a llorar, —sácame de aquí por favor, llévame a donde nadie me encuentre— supliqué.

Subimos al auto de Dante y me llevó a su casa, tomé un baño, Dante me prestó ropa de él, preparó un té, la cena, y nos sentamos frente a su chimenea a comer, tenía infinidad de llamadas y mensajes de Isaac, solo sinlencié el celular.

—¿Vas a contarme sobre Emily?— dijo Dante.

—¿Vas a contarme sobre Sara?— respondí.

El rostro de Dante cambió instantáneamente; sus mirada se tornó triste, su voz se quebró.

—Si, voy a contarte de Sara y como me apagó las ganas de vivir.—

Continuará...

- Lissbeth SM.

LA PRINCESA DE LAS ROSAS Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu