LA PRINCESA DE LAS ROSAS (Capítulo 43)

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La mujer elegante que conocí en la florería hace unas semanas estaba esperando afuera de la florería, sentí escalofríos, pero también sentí esperanza.
Esperanza de saber más de Aisha, su hija, o... ¿mi hija? Pero, ¿qué carajos pasa conmigo? Me estoy obsesionando con esto, y posiblemente es algo que solo está en mi mente, solo es una ilusión que vive en mí, tal y como viven, Lava, Emily y Patrick.

Bajé del auto y me dirigí a la entrada de la florería, pero antes de llegar, Aisha salió del auto de su madre y corrió hacía mí, se me lanzó a los brazos, no supe que más hacer, que tomarla entre mis brazos, su cabello olía a flores, esa niña olía a mí, sentí que mi corazón saltó, y sentí una ganas enormes de protegerla, la niña tocó mi rostro con sus pequeñas manos, eran suaves y sentí tantas ganas de llorar, puedo jurar que me vi en los ojos de esa niña.

—Aisha, deja a la señorita en paz, perdona Aisha no es así, de hecho es una niña un poco tímida y no se acerca tan fácilmente a las personas, me asombró verla correr a tus brazos, ya ven Aisha— dijo.

—No, mami, no quiero— dijo Aisha.

—No se preocupe señora, no me molesta cargar a la nena, de hecho es muy dulce, me agrada.— respondí.

—Pero no me llames señora, soy Carola, mucho gusto.—

—Mucho gusto Carola, soy Lava.— dije caminando hacía la entrada con la pequeña en brazos y me dispuse a abrir, la niña no se desprendía de mí, al contrario me sonreía y tocaba mi rostro, sentía ternura y a la vez dolor.

Abrí la florería, la señora Carola entró, —Verás Lava, vine porque tengo que ofrecerte...—

En ese momento timbró su celular, interrumpiendo lo que iba a decirme, —si, ahora mismo salgo para allá— dijo.

—Lava, ha surgido un problema, regresaré en la tarde y hablamos ahora tengo que irme, Aisha ven— dijo, intentando tomar a la niña.

Aisha se abrazó a mi cuello, empezó a llorar, no quería irse con su mamá; —Aisha por favor, tengo que llegar a casa— decía Carola.

—No se preocupe, vamos, yo la llevo al auto, así será más fácil— dije.

Salimos de la florería y nos dirigimos al auto, senté a Aisha en su lugar y le di un beso en la frente.

En cuanto la niña vio que no iría con ellas empezó a llorar eso me partió el corazón, era algo que me dolía, no se porque, pero me dolía.

Entré a la florería, y empecé a hacer arreglos, me sentía feliz, pero a la vez triste por lo que había dicho Isaac en la mañana, de pronto alguien entró, levanté la vista y era Dante, iba muy bien arreglado, un traje muy elegante negro, camisa blanca y una corbata negra, la florería se llenó de su aroma, vaya que el tipo desprendía un olor muy agradable.

—¿Qué rayos haces acá? Pregunté bastante grosera.

—Cálmate niña; vengo como cliente, quiero unas flores para mi nueva conquista, dicen que a las mujeres les gusta eso— dijo.

¡El troglodita tenía novia y aún así me había besado a la fuerza, vaya que si era el tremendo idiota que pensé!

—Ok, disculpa, dime como es el arreglo que querés?— pregunté.

—Mira, no sé de eso y la chica no importa lo suficiente, solo quiero llevármela a la cama, así que envíale el más caro que tengas— dijo guiñándome el ojo.

—Vaya cinismo el tuyo—

—No, yo soy sincero, ella sabe que solo quiero sexo con ella, no pienso hablarle de amor solo para llevarla a la cama, cuando alguien me llegue a interesar para algo más que solo sexo, créeme se va notar—

No dije más, el pagó el arreglo, y se dispuso a salir, justo cuando estaba por llegar a la puerta, volteó a verme —Lava, a veces los lobos somos menos dañinos que oveja de la que estás enamorada— dijo.

Sus palabras me llegaron directo al corazón, pues sabía que lo decía por Isaac, traté de no pensar y me dispuse a trabajar en su arreglo.

«Navegaba de noche y sin rumbo, el mar estaba inquieto y el cielo oculto entre el vapor de sus lágrimas.

Parecía que el inmenso mar no tardaría un segundo más, sin resistirse a devorar ese pequeño velero.

Entonces apareció ella, limpiando las lágrimas del cielo y mostrando la ruta por medio de su luz al pequeño marinero.

Le trajo la paz, esa paz que se siente como cuando uno duerme a eso de las cuatro de la mañana, cuando todo es tranquilo.

- Iván Medina.»

Al escuchar tan hermoso poema, levanté la vista, ¡Era Isaac leyéndome otro poema de ese autor, que con sus poemas se había hecho cómplice de lo que pasaba entre nosotros! Lo vi y sonreí.

—Eso es lo que has hecho en mi vida, Lava, me iluminas; me has dado paz, perdóname por hacerte sentir mal, soy un tonto, que muchas veces no pienso lo que digo, pero estoy seguro de que no quiero perderte.— dijo.

En cuanto lo escuché decir eso, se me llenaron los ojos de lágrimas, él caminó hacía mí, tocó mi rostro y nos besamos, cuando él me besaba, el tiempo se detenía y solo existiamos nosotros.

—Te quiero Isaac—

Los dos sonreímos; y me abrazó, en ese instante entró Carola, —perdón, espero no interrumpir— dijo.

—No, para nada, pase— respondí.

—Bueno, como te decía en la mañana quiero pedirte que trabajes conmigo, encargándote de poner todas las flores para una fiesta que estoy por llevar a cabo, mira te explico, todos los años por estas fechas hago una fiesta para celebrar la llegada de Aisha a nuestra familia, hace 5 años la adoptamos— dijo.

En cuanto la escuché, me desmayé.

Continuará...

- Lissbeth SM.

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