LA PRINCESA DE LAS ROSAS (Capítulo 55)

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En cuanto me escuchó decir su nombre el rostro del señor Augusto de descompuso, en su mirada había una mezcla, de furia, nostalgia y tristeza se puso de pie inmediatamente y me vio directamente a los ojos.

—¿Qué? ¿De dónde sacas eso niña? Voy a pedirles que salgan de mi oficina— dijo el señor Augusto en tono molesto.

—¿Por qué le molesta tanto ver salir a la luz su pasado señor Augusto?— dije.

—Es que mi esposa Carola no sabe nada, cuando salí de Shartel, me cambié los apellidos y así es como me conoce Carola, y no quiero que sepa nada más que lo necesario de mi pasado.—

—¿Le avergüenza que ella sepa que usted tuvo una esposa y una niña a la cual abandonó en las garras de ese monstruo— dije con los ojos hechos agua.

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P: —¡Jodeeeeeeeeer, esta niña está con todo! Emily, putiLava, traigan las palomitas nenas, que esto se puso bueno; ja, ja, ja, ja, ja, amo ver el mundo ader.—

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—¿Pero de que carajos hablas niña estúpida? Yo amé mucho a Peonía, durante mucho tiempo la creí la mejor mujer del mundo, pero luego me di cuenta que me había casado con un ser salido del mismo infierno, me quedé con ella únicamente por el hijo que esperaba, yo amaba a ese bebé; cuando nació, era una hermosa niña, yo decidí llamarla Larislava que en garífuna significa amada por su padre, y yo amaba a mi pequeña— respondió Augusto, con lágrimas en los ojos, Dante no decía nada, solo observaba.

—Pero por favor, ¿la amaba tanto que la dejó en las manos de Peonía que era una bruja? Deje de hacerse el mártir— vociferé.

Augusto enfureció me tomó muy fuerte del brazo y empezó a jalarme de él mientras me gritaba, me asusté, no podía responder a sus gritos; —¿quién carajos te crees para juzgarme así; niña tonta? ¡Habla, dime! ¿Quién carajos te crees?— gritaba Augusto mientras me seguía gritado.

—¡Su hija, ella es su hija Larislava Miordansh!— gritó Dante.

Augusto me soltó, dejándome caer al piso, veía hacía todos lados, caminó hacía Dante, lo tomó del cuello; —¿a qué rayos están jugando? Mi hija murió hace casi 18 años, ¿por qué hacen esto?—

—No le miento señor Augusto, esa chica que acaba de tirar al suelo es su pequeña, Larislava— dijo Dante con dificultad.

El señor Aguston soltó a Dante, caminó hacía donde yo estaba, se puso de rodillas ante mí, —muéstrame tu antebrazo derecho, mi hija Larislava tenía un pequeño lunar de color rojo en él,— subí la manga de mi sudadera, y ahí estaba el pequeño lunar rojo, en cuanto lo vio el señor Augusto me abrazó y empezó a llorar, y yo con él.

—Perdóname Larislava, mi niña, yo no te abandoné, tu madre me mintió, dijo que habías muerto, oh Dios y yo le creí, todos estos años he sufrido creyendo que habías muerto, pero estás aquí, no sé porque Peonía me hizo esto, yo jamás te hubiese dejado hija mía— decía entre lágrimas.

—Cuando ella me sacó de casa, yo regresé durante meses a buscarte, fui a corte para pedir tu custodia, unos cuantos días después, recibí una carta de Peonía, con fotos tuyas dentro de un ataúd, me contaba que habías muerto de neumonía, y que todo era mi culpa, sentí que el mundo ya no tenía nada bueno para mí, quería morir, sin mi hija yo solo quería morir, me dio un infarto y me llevaron al hospital, pasé 2 meses en terapia intensiva, Carola era enfermera ahí; la conocí, primero fuimos amigos, y luego nos enamoramos, así que decidí que si mi hija había muerto, yo también moriría, así que mandé una carta a Shartel avisando de mi muerte, y me cambié el apellido.—

—Señor Augusto, será mejor que tome asiento lo que Lava tiene que contarle no será fácil de escuchar y usted tiene que mantener la calma, porque es ahora cuando Lava más necesita de usted— dijo Dante.

Limpié mis lágrimas, me senté en el sofá al lado de Augusto, y empecé a contarle todo, en cuanto escuchó lo que me había hecho Kendhell empezó a llorar, enloqueció, parecía otro; Dante lo tranquilizó, y seguí contándole una a una las cosas que habían pasando con mamá, Augusto se desmoronó, se vino abajo, me pedía perdón.

—Peonía es el ser más despreciable que conozco y voy a matarla con mis propias manos, ¡no le bastó con arruinarme la vida a mí, se la jodió a nuestra hija.— decía Augusto.

—Ahora viene lo más insólito de todo esto, estoy casi convencida de que mi bebé no murió, creo que es una niña, está viva y por azares del destino, usted y Carola la han adoptado— dije.

Augusto me vio con ojos de asombro, —¿qué? ¿Me estás diciendo que Aisha no es solo mi hija, sino que también mi nieta?—

—Así es y necesito que me ayude a hacer una prueba de ADN— dije.

—Pero claro hija, lo que desees— dijo Augusto.

—Hay algo más, estoy casi segura que su flamante esposa maltrata a Aisha— dije.

—¿Qué? Eso no puede ser, Carola es una buena mujer— dijo.

—Pero al parecer es una mala madre— respondí.

Me despedí del señor Augusto, habíamos quedado de llevar a Aisha para el ADN lo más pronto posible, salimos de su casa, subimos al auto; y ahí me vine abajo, Dante me abrazó, no decía nada, solo me abrazó, y entonces llegó a mi mente Isaac, y la primera vez que me abrazó, —vámonos— dije.

Dante me soltó, y condujo a casa, llegamos, Dante me abrió la puerta del auto, y justo cuando bajaba nos quedamos viendo, yo toqué su rostro y lo besé.

—¡Bravo Lava, lo bueno es que era yo quien olvidaba en dos días!—

Continuará...

- Lissbeth SM.

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