Capítulo 3

12.4K 922 325
                                    

EL ESCRUTINIO:

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

EL ESCRUTINIO:

Cariño, ahora estamos resentidos, ¿sabes? Solíamos tener un amor de locura, así que mira lo que has hecho: apuñalado por la espalda.


Bitácora del primer día de entrenamiento de una reina sin corona. No amenaces a la reina perra sin esperar ser arrastrada en el proceso. Puede que termines: muerta, vacía, hueca e ida. Yo no quise entender eso y me tocó  asumir las consecuencias de la peor forma. 

Era la tarde de mi primer día de entrenamiento.

Un sudor pegajoso y resbaladizo se deslizó por mi piel, mientras esperaba ser atrapada por mis compañeras del escuadrón. 

Al culminar la práctica, casi caigo a desfallecer. Mi estómago gruñía y mis piernas temblaban; tampoco podía negar el hecho de que  estaba inquieta al mismo tiempo. Me sentía como un desastre andante con mal genio. 

Incluso si la persona no tenia malas intenciones, iba a esperar en silencio para atacar a cualquiera que se acercara a mí 

En retrospectiva, debía de haber comido esa barra energética que traía siempre encima, solo que estaba demasiado ansiosa como para tragar algo.

Todo dependía de si podía hacerlo o no.

Vestirme como una perra en ropa apretada de lycra había parecido una cosa bastante segura de hacer, considerando que era mi primer día.

Odiaba esto, pero al mismo tiempo me gustaba la atención que estaba recibiendo sobre mí.

Podía decir que se sentía simplemente genial volver a ser yo. No era una gimnasta, nada de eso. Solo era una ex bailarina de ballet flexible, y por consiguiente mi cuerpo se sentía como si hubiese sido atropellado por un tractor de granja. Me dolía hasta el dedo chiquito del pie.

En cuanto hubo el primer descanso, corrí hacia los bancos para embutirme con dos litros de agua, que hicieron que mi estómago se moviera como lavadora.

—Al principio siempre es difícil, pero con tu experiencia creo que te ira mejor que al resto. No te quejaste como la mayoría —habló la entrenadora, quien estaba tomando asiento a mi lado en la banca. 

Quería ser felicitada por esta y restregarle en la cara a Samantha que siempre había sido mejor que ella. Pero como cualquier mujer con un sueldo mal pagado, solo me sonrío.

 Era mejor tenerla en el bolsillo, por si Sidney pretendía hacer o decir algo que simplemente no debía.

Luego de eso, todas mis compañeras del escuadrón y yo comenzamos a caminar de vuelta a los vestidores para tomar una ducha.

Aborrecía ese último hecho. Su presencia constante, cuando estaban cerca de mí, siempre me causaba una acidez familiar en el estómago;  pero en el intento, me concentraba en mantener una sonrisa forzada que ocultaba que no toleraba a ninguna de ellas.

Mátame Sanamente Where stories live. Discover now