Capítulo 51

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MEMORIA SELECTIVA: 

Sabía que era un asesino la primera vez que lo vi. Me pegunto a cuantas chicas habrá enamorado y dejado encantadas. Algunos chicos se esfuerzan demasiado, él ni siquiera lo intenta. Más joven que la mayoría, pero se comporta como un hombre, así que lo voy a mantener para siempre, esa es mi venganza.


El camino de vuelta a casa se sintió incómodo. Cosas que no tenían ningún sentido me revoloteaban en la cabeza y supuestas teorías extrañas que estaba a punto de descifrar no me daban algún descanso.

Para ser sincera, mientras crecía me di cuenta que había algo mal conmigo, que mi cerebro no funcionaba como el de una persona normal o que tal vez, en mi vida pasada, había hecho algo tan, pero tan malo como para pagar un karma ajeno o algo por el estilo.

Y sí, era más o menos eso. Mi mente bloqueaba ciertos eventos traumáticos que se presentaban en algún momento de mi vida, y aunque no era recurrente, solía suceder. Como la muerte de mi madre, por ejemplo. Durante mis primeros meses en Kelsen había creído que esta había sido asesinada en el tiroteo y no que había muerto por mi propia mano.

¿Por qué sucedía? No lo sabía con exactitud, tampoco mi psiquiatra tenía la certeza de ello. Estaba sufriendo alguna especie de amnesia disociativa que me impedía recordar ciertos eventos o situaciones de mi vida, pero que de alguna forma se manifestaban en mi memoria como una laguna mental.

A veces eran flashes, otras veces sueños o pesadillas que se desbloqueaban con la ayuda de otro trauma.

El recuerdo del asesinato de Elizabeth Becker había sido desbloqueado la noche en la que habíamos matado a Miranda. Los días anteriores esta me había llenado la cabeza con preguntas sobre mi madre, su trato maternal y la forma en la que estaban sucediendo todo había causado una reacción química en mi cabeza, ayudando así a descubrir la verdad.

Mi crisis, culpa y remordimientos no tenían que ver con matar a Miranda Torres, tampoco el miedo a las consecuencias que su asesinato podían representar. En cambio, siempre se trató del hecho de recordar que no solo había matado a la madre de Stacy, también había matado a la mía.

Era una asesina y no era la primera vez que mataba a alguien. Lo había hecho al huir de la abadía y lo repetiría mil veces más si eso me ayudaba a sobrevivir. Mi intención no era asesinarla, pero cuando maldijo a mi hijo, diciendo que tenía unos lindos ojos y que era un monstruo incapaz de amar, me alteré. Estaba tocando fibras que nadie quería tocar, y al preguntarme si haría lo que fuera por él solamente había sellado su sentencia.

Meterse con mi hijo era incitar mis ansias de matar.

No se trataba de ella y muchos menos había sido premeditado. No fue hasta que le clavé el cuchillo que los recuerdos se fueron desbloqueando en un mar de emociones que no supe controlar.

Mis lágrimas no eran por la absurda culpa dirigida hacia ella al acabar con su vida, era el remordimiento por mi madre.

Preferí hacerle creer a Aiden que todo mi drama interno era por Miranda y no por las cosas que deseaba de nuevo olvidar.

Me había vuelto tan cómoda con él que comencé a descargar mis frustraciones guardadas y mis miedos, y a pesar de saber que era totalmente inapropiado, luego quise acabar con todos, incluyéndome a mí misma.

En ese momento, cuando mi piel tocó el agua, lo tuve claro. Las pesadillas, el espectro femenino vestido de blanco, el ahogo en mis sueños y las manos estrangulándome. Todo estaba conectado y se trataba de lo que había de lo que estaba intentando reprimir durante mucho tiempo; solo debía detenerme y unir los puntos que seguían ahí, llevándome una y otra vez a la noche en la que había muerto Stacy.

Mátame Sanamente حيث تعيش القصص. اكتشف الآن