Capítulo 28

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 VERDADES Y MENTIRAS:

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 VERDADES Y MENTIRAS:

Fácil para los ojos, la verdad es como un arma cargada. No quieres apuntar esa cosa por aquí. Deja todos tus esqueletos arriba, esto es la vida real. 


Había transcurrido una semana desde el funeral de Stacy y poco a poco las cosas habían retoma su cauce natural.

Como Aiden lo tuvo previsto, la policía no tardó mucho tiempo en aparecer en la residencia de los chicos del equipo, por lo que en ese momento me preparé mentalmente para hacer la caminata de la vergüenza.

Pero como siempre las cosas podían ir peor, ahora no solo bastaba el disturbio mental que estaba viviendo, también la frustración física de algo natural; porque era humana, tenía instintos y hormonas y si no era una cosa siempre terminaba siendo otra.

Los oficiales tomaron por escrito la declaración de cada uno. Tenía la coartada perfecta: ese día había salido para encontrarme con alguien y Aiden había certificado aquello. El día siguiente a los sucesos me había despertado confundida y desorientada en mi cama, ni siquiera sabía cómo había llegado hasta allí. 

Días después, las personas volvieron a su rutina; la muerte de Stacy había quedado en el pasado y las clases volvían a comenzar.

Samantha y Sidney se agruparon como cada mañana en la isla de la mesa de la cocina, la más afectada de las dos, por increíble que pareciera, había sido Sidney, quien aún se mantenía pálida y afligida, lamentándose cada día lo que había sucedido; en cambio, Samantha había vuelto a su rutina de chica fitness, vociferando ordenes que nadie iba a parar el concurso de fin de año.

A esta no le importaba que su mejor amiga hubiese muerto, en cambio, Sidney se ponía ebria una como cuba todo el tiempo, solo que ese día la situación se sentía diferente.

Algunas de las chicas nos habíamos reunido para visitar a la madre de Stacy y presentar nuestras condolencias, yo misma había quedado de verme con ella la mañana siguiente al entierro. Todas nos habíamos vestido de negro por respeto, ropa recatada y nada reveladora, pero Hannah y la capitana seguían oliendo a lo que parecía un brandy añejo.

No quería estar en aquel pueblo, mucho menos en mi casa, y para poder llegar a la casa de Stacy primero tendría que pasar frente a la mía, por eso, en ese momento, cuando todas salimos del campus rumbo a la pequeña ciudad en la que crecí decidí llevar a Katherine conmigo.

—Aún no puedo creer que esté muerta. —La voz de Kate llenó el auto, haciendo que sus pasaran por mi mente, luego la miré de reojo sin despegar la vista de la carretera.

Yo sí podía creerlo.

—Si... creo que yo tampoco —suspiré pesadamente.

—¿Cómo la conociste? ¿Fueron cercanas?

Mátame Sanamente Where stories live. Discover now