Capítulo 48

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PARSIMONIA:

No jures por Dios, él nunca te lo pidió, no es su corazón el que atravesaste con un cuchillo. Jesucristo, eres tan malditamente fría. ¿No sabes que has perdido el control? Olvídate de las cosas que crees que sé . No hay secretos, no puedes mantenerlos.


Presente.

AIDEN

Se cree que el cerebro es tan complejo que es capaz de reproducir y entender alrededor de cinco imágenes por segundo, pero en ese momento, y a pesar de que las palabras habían sonado fuerte y claras en mi dirección, yo no había sido capaz siquiera de entender mi propio nombre y a las personas que me llamaban.

—¿Sabes que pasó hace tres años, Aiden? Mientras yo ni siquiera podía procesarlo, esta puta le estaba contando a tu maldito tío que yo estaba embarazada, embarazada de ti.

Luego de eso, las cosas comenzaron a pasar demasiado rápido. Mis piernas hormiguearon y no podía moverse del sitio a la expectativa de lo que estaba por venir.

Había demasiadas cosas pasando al mismo tiempo y las luces que parpadeaban sobre mi cabeza estaban a punto de hacerme perder la poca visión que me quedaba. El grito de Riven, el vómito de Sidney y la mirada pálida e inexpresiva de Samantha, se unieron en un compendio que me estaba descontrolando.

Me sentía mareado y confundido, mi cuerpo no procesaba bien las cosas por lo que tuve que sostenerme para no perder el equilibrio y desplomarme contra el piso.

En eso, vi la figura difusa de Riven acercándose, mientras los jadeos de la gente se hacían cada vez más ensordecedores y ahogados. Mi visión era borrosa y las voces que me llamaban se sentían cada vez más lejos; como un eco de aire desinflado.

—¿No piensas decir nada? ¿Acaso siquiera la escuchaste? —Riven jadeó al momento, tomándome de la camiseta y obligándome a bajar el mentón para mirarlo.

No era de quedarme callado, siempre sabía qué decir y en qué lugar, pero aunque quería hablar, mi mente no era capaz de modular y de mi garganta solo salían frases inentendibles y palabras inconexas que no formaban alguna oración.

—Yo...

—Siempre supe que tu tío tenía razón al decirte que te faltaban pelotas, eres un maldito marica de mierda, Aiden.

Iba a protestar, pero de nuevo no hubo nada, solo silencio.

¿Qué podía decirle?

Era como si todas las personas a mi alrededor estuviesen moviéndose menos yo, y que la tierra rodase con mucha más lentitud de la normal.

De un momento a otro un líquido caliente y sarroso contra mi labio, tras un escozor, me hizo reaccionar.

No supe si fue a causa del alcohol en mi sistema, la rabia acumulada o la sorpresa inminente, porque un segundo después le estaba devolviendo el golpe a Riven con mi puño contra su cara.

Este jadeó al sentir el primer impacto, pero antes de que este pudiese responder le lancé otro golpe a su mandíbula. Puñetazo, tras puñetazo hasta que pude sentir como el cartílago de su nariz se agrietaba debajo de mis manos y la sangre tibia y espesa saliendo me manchaba los nudillos de las mismas.

—Soy un marica, ¿no? —le susurré. Mis palabras sonaron fuertes, pero Riven solo rió—. ¿Me patearás el trasero ahora, cabrón?

Me estaba dando ventaja, hasta que lanzó otro golpe y continuó riendo como un jodido psicópata que añoraba cortar y destruir.

Mátame Sanamente Kde žijí příběhy. Začni objevovat