Capítulo 52

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PLENILUNIO: 

Estoy haciéndome notar, esperando que no huyas. Tú crees que soy indiferente, pero estoy mal diagnosticada, porque soy una acosadora que ha visto todas tus publicaciones. Yo podría ser tu crush.


 NARRADOR OMNISCIENTE:

Luna Estrada era como cualquier otra chica de la universidad de Kelsen.

Cumplía con sus trabajos y pocas veces se desvelaba, a pesar de que tenía algunos problemas para estudiar y una actitud que a veces no le ayudaba en ello. Era cortés, aunque procrastinadora, colaboraba con cada persona que se le presentaba en el camino solo que estos muchas veces solo la ignoraban.

Luna era pequeña, menuda y esbelta; con una actitud fresca y una sonrisa amplia que iluminaba al mundo con tan solo una esbozada. Siempre que entraba a un lugar las personas se le acercaban sin motivo alguno, ya que desbordaba una inevitable inocencia. Era buena, demasiado buena para su propio beneficio, por eso muchas veces había terminado herida, destrozada y con el corazón roto; cuando se enamoraba entregaba todo y no medía las consecuencias de sus actos.

Era fácil de usar, porque no tenía reparo alguno en dar y compartir sus sentimientos en las cuestiones del amor. Abría su corazón de forma sincera para quien se posara frente a sus ojos.

Luna era buena, demasiado buena para ser real... ¿Y saben qué? No siempre fue así.

En su juventud a Luna Estrada le gustaban las personas casi tanto como le gustaban los trofeos. Trofeos que solía ganar en competencias deportivas. Era una nadadora habilosa, hasta que un día solo no pudo nadar más. Creía que por ello había comenzado a desarrollar un gusto por los deportistas, específicamente por aquellos que eran altos, guapos y a los que podía sacarle un buen partido. Aquellos que eran fáciles de usar, fáciles de manipular y fáciles de amar.

Por eso cuando conoció a Aiden Jackson las cosas no cambiaron para ella, por el contrario, se dio cuenta que su lugar estaba ahí, con él.

En su mente ansiaba una relación con alguien como Aiden solo por su físico, hasta que fue descubriendo cada capa que se escondía en él. No era el típico patán, bebedor y fumador gamberro del campus como con los que había salido antes, mucho menos encajaba con el estereotipo de deportista dotado de esteroides y una actitud desagradable.

Aunque negaba su fijación por ese tipo de hombre, cada que alguien se lo preguntaba siempre se jactaba de una naturaleza amable e inocente.

Luna no era así, por el contrario, era solo un personaje creado para conquistar a su víctima. Porque sí, Aiden era su víctima.

Se había cambiado de universidad seis veces, y en todas las veces anteriores había salido con muchas, muchas personas; a cada chico al que se le presentaba le daba una personalidad diferente. A veces era la chica sexy, otras veces la pervertida y en algunas ocasiones, como esta, era la inocente. La chica mojigata que se sonrojaba cuando le hablaban de sexo y no rompía ni un plato.

Los usaba hasta que se aburría, para Luna, cada chico guapo que conocía representaba un reto. Un reto que codiciaba costará lo que costara.

Por eso, cuando vio al mariscal de campo de Kelsen por primera vez, algo cambió para ella. Lo veía tan solo y desgastado que deseaba tenerlo y repararlo. Lo había estudiado, analizado y aceptado. Cada movimiento de Aiden Jackson estaba grabado en su mente como una memoria en cámara lenta, así como sus sonrisas y gestos, Luna sabía todo de él y lograba detectar cada cosa que quería y lo que necesitaba solo al verlo.

Mátame Sanamente Where stories live. Discover now