Capítulo 18

3.3K 340 55
                                    

AMARGOS RECUERDOS: 

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

AMARGOS RECUERDOS: 

Algún día lograré salir de aquí, incluso si me lleva toda la noche o un centenar de años.  Me haces pedazos, hasta llegar al hueso; quiero sentirme vivaHola, bienvenida a casa.


Cuando volvimos a emprender camino solo pasaron unos cinco minutos hasta que volvimos a llegar a nuestro nuevo destino. Era una vereda a la orilla del lago, en donde teníamos que pasar por un sendero de rocas para poder sentarnos sobre la arena.

Saltamos una cerca de madera que casi hizo que me cayera de culo, teniendo así una de las mayores humillaciones de toda mi vida, pero a Aiden parecía estarle divirtiendo por sus expresiones.

La noche comenzaba a caer y había una vista hermosa de colores tornasol reflejados sobre el agua cristalina. Parecía una escena sacada de algún cuadro del mismísimo Botticelli, solo que sin la Venus y con algo más de viento.

Me llevé las rodillas al pecho y las estreché mientras veía a Aiden meditando qué decir. No era un silencio disfrutable, mucho menos cómodo, pero tal parecía que él lo había podido sentir también.

—No sé ni cómo comenzar a hablar. —Los ojos de Aiden se suavizaron cuando se inclinó y frotó mis manos para darme algo de apoyo.

—Comienza por el principio; esa extraña llamada esa mañana cuando me pediste que nos viéramos en la otra orilla del río y tu comportamiento extraño de los días anteriores. —Aiden se encogido de hombros.

—Sí, debería comenzar por ahí —le dije entre dientes, intentando rebobinar con lo sucedido—. Mi madre quería sacarnos del país solo porque sospechaba que iban a atentar contra ella, por eso estuve actuando tan extraño esa semana. Le había contado nuestra situación y tenía miedo de que te involucraran conmigo, era que vinieras o que te quedaras bajo tu propio riesgo.

»No sabíamos que el chófer de mi madre estaba involucrado, ni mucho menos que nos interceptarían unos francotiradores. Mi madre me protegió lo mejor que pudo y ya sabemos cómo terminó. Ella se tardó un par de horas en morir y después nos encontraron.

—¿Y luego? —inquirió con una mirada oscura.

—Creo que me sedaron, porque no desperté hasta algún tiempo después. Ellos querían cobrar los millones que dejaron mis abuelos. Eso no sería posible si aún seguía en la ecuación. —Las palabras salieron quebradas de mi garganta—. No tenía mucho sentido para mí.

»Luego entendí que mi madre no estaba administrando su fortuna, más bien, estaba administrando la mía. A pesar de que no los conocía, me dejaron hasta el último cochino centavo que tenían.

—Supongo que lo que siguió luego eso fue desaparecer del mapa —afirmó, estaba conmocionado y con el rostro tornó estoico. No me había dado cuenta de que se había pegado más a mí.

Mátame Sanamente Donde viven las historias. Descúbrelo ahora