Capítulo 14

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SENSACIÓN DE PELIGRO: 

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SENSACIÓN DE PELIGRO: 

No necesito imaginarlo, porque sé que es verdad. Dicen que los chicos buenos van al cielo, pero los chicos malos traen el cielo a ti.

 

El sábado por la mañana me levanté de buen humor; fui con Sidney al gimnasio y entrenamos juntas, mientras me contaba un poco de sus dramas existenciales. Nada lo suficientemente memorable como para recordarlo después.

Lo único que procese en esos momentos, compartidos con ella, podría resumirse en que estaba harta de las infidelidades de su novio, —tremenda novedad—, y que Samantha se le estaba haciendo más insoportable de lo normal. Eso último tampoco era una novedad.

Luego por la tarde me dirigí hacia uno de los bares ubicados a las afueras del campus universitario, cerca de donde había crecido, para encontrarme con una persona la cual me moría por ver, y no me refiero exactamente a que me estaba muriendo de la emoción de buena manera.

Cuando llegué al lugar lo primero que pude notar era que no tenía nada más rescatable que lo que podía tener un bar de mala muerte en medio de la carretera, excepto porque ahí se encontraba un muy querido viejo amigo mío.

Riven era caliente. Tan caliente como lo eran todos los hombres bendecidos por el Santo Superman de los chicos sexys. Con el cabello rubio arena que parecía besado por el sol; el cual siempre llevaba casi despeinado por completo. Tenía la piel dorada y ojos del color del caramelo. Era un par de centímetros más bajo que Aiden, pero igualmente pasaba el metro ochenta con facilidad.

De hombros anchos, y en el rostro poseía una mandíbula cincelada con un poco de vello facial encima. Pero eso no era todo sobre él, había algo más. La cereza del pastel era una nariz perfilada, pero que estaba algo ladeada en el tabique; tal vez debido a una fractura previa por alguna de las peleas callejeras en la que se había metido; ese detalle en vez de restarle atractivo solo le aportaba un toque misterioso.

Estaba parchado, como cualquier otro hermano del club delictivo al que pertenecía Aiden y su familia, de ahí lo conocía. Era un espécimen potencialmente peligroso si no lo sabías manejar, pero ciertamente, era su nivel de visceralidad lo que lo hacía tan especial.

El padre de Riven también había sido un hermano del infierno, ejerciendo así el cargo de sargento de armas, hasta que se retiró cuando su hijo había cumplido la mayoría de edad. Él también era un par de años mayor que nosotros, fue educado en casa por otra madre adicta al crack y de seguro había tenido que cuidar de todos sus hermanos pequeños para no terminar en la calle.

A diferencia de la mayoría, en el pasado ya era muy guapo. Sería una hipócrita si les negara el hecho que mi yo de trece años —toda hormonal— había fantaseado con él en un par de ocasiones. Ahora y antes tenía ese aire misterioso y oscuro que te gritaba problemas, pero maldición, era esa clase de problemas en los que querías meter tus narices sí o sí y que no podías evitar a toda costa.

Mátame Sanamente Where stories live. Discover now