Capítulo 30

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FANTASMAS DEL PASADO:

Ella es dulce, pero es una psicópata. Un poco psicópata, por la noche grita que está fuera de su mente. Oh, ella es sexy, pero es una psicópata y por la noche grita que está fuera de su mente.


—¿Entonces solo irás y te vestirás con el uniforme de la muerta?

Por un momento, la voz de Katherine llenó el silencio de la habitación, haciéndome replantear si debía hacer aquello que decía o no.

Tampoco era como si estuviera destruyendo un cadáver o manchando la memoria de un difunto, por más que quisiera hacerlo, había cosas que no podía controlar y que se salían de mis manos todo el tiempo. Tenía cosas más importantes de las cuales preocuparme que pensar cual era uniforme debía ponerme para ir a animar el juego conmemorativo en honor a Stacy.

—¿Y es que no todos los uniformes son iguales? —le inquirí a mi compañera, alzando una ceja en su dirección.

—No seas estúpida, Kira. No es como si se hubiera muerto con ese uniforme puesto —me respondió Kate, hablando casi tan casual como si del clima de tratase—. Y creo que a su madre le gustaría verte con él, por algo te lo dio a ti.

Obviamente, la señora Torres no era una blanca paloma y detrás de su amabilidad tenía algún propósito oculto. Ni siquiera me apetecía ir a un lugar que iba a estar rodeado con la cara de Stacy, porque la muy perra, incluso después de muerta, pretendía seguir siendo el centro de atención.

—Ya, bueno, no le encuentro el sentido. Debí quemarlo cuando tuve la primera oportunidad, ¿o quieres usarlo tú en mi lugar? —bramé, llevándome las manos al rostro con exasperación. Katherine me miró divertida, y por un momento quise quitar esa sonrisa ladeada de su rostro.

Odiaba cuando me tomaban el pelo.

—Kira, en serio —insistió.

Katherine miró en dirección a la puerta, luego volvió su atención a mí.

—Entonces perfecto, voy y ánimo como la feliz porrista que soy mientras estoy vestida con esos harapos y luego los quemó —susurré con gravedad, sonando casi resignada a que no tenía escapatoria de las intenciones crueles de mis compañeras y de Miranda Torres.

Sí, todos los uniformes eran iguales, aparte de mí más nadie iba a tener porque enterarse de que estaba vestida con la ropa de mi supuesta víctima.

No era nada del otro mundo, solo tenía que salir a bailar como la reina que era, con todas esas personas presentes mirándome a la cara, porque claro; Sidney se había lesionado y eso solo nos dejó una semana para reorganizar la escuadra y colocarme a mí en la punta de ella. Samantha no era un buena voladora y las caras bonitas debían ser visibles; palabras de la entrenadora, no mías

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