Capítulo 5

8.8K 775 488
                                    

EL ARTE DE LA GUERRA:

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

EL ARTE DE LA GUERRA:

No me gusta tu crimen perfecto, ni la manera en la que te ríes cuando mientes. Dijiste que el arma era mía; no está bien, no, no me gustas.


Siempre que cae una reina, otra se levanta. Dios salve a la reina perra.

Esa misma tarde, cuando estuve luego de tanto tiempo cara a cara con Stacy, fue como si todas las emociones que llevaba contenidas por años se hubiesen liberado de mi sistema.

No supe quién era realmente el fantasma, si ella o yo, tal vez ambas.

Ahí estaba Stacy, mirándome y reflexionando si su dosis de metanfetaminas diarias la estaban volviendo más loca de lo que ya estaba. Era instintivo observar cómo había activado su modo automático para sobrevivir. ¿Conocen ese sentimiento de supervivencia que se enciende en tu cerebro cuando sabes que estás en peligro? Ella estaba pensando sus opciones, y claro, no tenía ninguna.

Me encontraba aún sentada en uno de los bancos del baño, cuando Stacy hizo acto de presencia. Inmediatamente su mirada se posó sobre la mía; era como si estuviese observando a través de su fea y asquerosa alma. No podía contenerme y tampoco tenía escapatoria.

La venganza es dulce, eso es lo que dicen de todos modos. No fue hasta que me encontré con ella que pude entenderlo. Así me di cuenta de cuan cierto era este dicho y que tan frágil se volvía la existencia humana ante los ojos de otros.

Era por eso, que si la vida nos había dado libre albedrío y voluntad propia, también nos había puesto en mano el cuchillo para matar.

Y claro, yo mejor que nadie conocía verdadero significado de lo que era bailar con la muerte. Estaba salivando de anticipación, ante el momento en el que sería capaz de poner mis manos alrededor del cuello de la persona a la que un día le había hecho una advertencia, que por muy infantil que fuesen mis palabras en ese entonces, no fueron escuchadas. Yo no daba segundas oportunidades.

Solo tenía una oportunidad para abordarla y no iba a desaprovecharla.

—¿No vas a saludarme? —le pregunté. Mi voz había salido de una forma excesivamente feliz, casi maniática, a tal punto de que era falsa—. Me dueles, Stays. Pensaba que éramos buenas amigas.

A medida en que yo terminaba de hablar, su boca fue abriéndose poco a poco y en un acto reflejo comenzó a retroceder un par de pasos. No iba a acercarme tan rápido, no estaba lista para ponerme de pie.

Aunque no lo crean, estaba nerviosa. Mis nervios habían alcanzado un récord histórico. Lo sé, puedo decir con algo de pena que durante ese tiempo hacer estupideces era mi pasatiempo favorito, aún lo era. No era tan impulsiva como lo había sido de adolescente, pero por lo regular no tenía reparo, ni mucho sentido común cuando se trataba de ensuciarme las manos para sacar la basura, y Stacy era sinónimo de ella.

Mátame Sanamente Where stories live. Discover now