Capítulo 20

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CARAS FALSAS:

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CARAS FALSAS:

 Tienes que enfrentar tus miedos, pero se pone dificil cuando todos me miran. Sé que sé mi cabeza todavía no está clara. Es difícil esta música y su estruendo. Cerebro de chicle. Mi cerebro de chicle se vuelve loco.


Aunque intenté seguir durmiendo, no logré en ningún momento volver a conciliar el sueño. Me sentía como la mierda.

Tenía los músculos rígidos, atrofiados y mi reflejo en el espejo se parecía al de algún personaje de una película de terror, con grandes ojeras y el cabello enmarañado.

Antes de las siete de la mañana ya me encontraba trotando, seguido de unas cuantas series en el circuito de crossfit, necesitaba quemar toda la tensión acumulado de la noche anterior.

Si no drenaba mi estrés por completo y no agotaba mi reserva de energía en ese momento, iba a colapsar por cansancio luego del partido. Tenía que hacer un esfuerzo por descansar ya que no quería ver al día siguiente un titular de: «animadora universitaria colapsa en el entretiempo del primer juego de la temporada».

Efectivamente, pude dormir relativamente bien luego de matarme en el gimnasio, pero cuando desperté parecía que había sido arrollada por un tractor de heno.

Hora y media antes del partido nos dirigimos hacia las instalaciones del estadio. Era una suerte que el primer juego fuera en casa. A diferencia de los entrenamientos, que se hacían en el campo, los juegos eran en el gran estadio de la ciudad universitaria; era tan grande que tenía una capacidad de unas sesenta mil personas, pero eso era realmente pequeño comparado con los estadios profesionales de la NFL o el estadio Rose Bowl. Aunque no se podía esperar nada menos para un equipo de la primera división universitaria.

Era un trayecto corto, a pie de nuestra casa al estadio, por lo que todas habíamos ido caminando y llevando en nuestros bolso de entrenamiento todo lo necesario para la presentación.

Cuando llegamos se podía sentir la euforia en el ambiente, el lugar abarrotado de fanáticos, que esperaban en una cola desordenada para entrar. Todos vestidos de carmesí y blanco, algunos inclusos con la cara o el cuerpo pintado. Llevaban sus jerséis de los jugadores, números y apellidos en sus espaldas. Doce Jackson, siete O'Brien.

El doce de Aiden era por su cumpleaños, y el siete de Riven, tal vez era algo escogido al azar.

No podía decir que estaba menos nerviosa, si era por hacer mis vuelos bien, o porque Aiden había estado ignorando mis mensajes en el último para de días. Después de nuestra cita, el trayecto hacia la casa fue sido demasiado incómodo.

No había cruzado palabras conmigo luego encontrarnos con la policía, ni siquiera para despedirse. Había puesto una barrera imaginaria entre nosotros, esa era la forma que utilizaba cuando no quería que metiera mis narices en sus asuntos.

Mátame Sanamente Where stories live. Discover now