Capítulo 40

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TRES SON MULTITUD:

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TRES SON MULTITUD:

Tenía quince años cuando el mundo me puse en un pedestal. Tenía grandes sueños, me hicieron unas malas jugadas, molestos por sus celos. He estado levantarme y me haré responsable de todo lo que he hecho, pero ahora realmente quiero saber, ¿si me equivoco entonces soy el monstruo?


»Mi amada perra mentirosa, ¿no te has cansado de fingir?

He estado dos años esperando por ti. Cuando me abandonaste me susurraste al oído que todo estaría bien y que vendrías por mí. Las reinas siempre mienten y tú no eres diferente, heriste mis sentimientos cuando decías que me amabas. ¿Acaso él es más importante que yo? Cumple tus promesas, ya que regresaste vuelve por mí.

Una vez muerto, con amor; Ethan. 

Él... 

***

AIDEN

Tal como ella misma lo había predicho, tarde o temprano Kira iba a convertirse en la reina de todo el maldito campus. Los últimos días su popularidad había ido en aumento desde la inactividad que estaba sufriendo la escuadra por parte de Sidney.

Y no era de extrañar.

A simple vista, Kira podía parecer un ángel conteniendo a un demonio. Era mucho más guapa que la mayoría, también había sido dotada de una mejor inteligencia y en donde sea que entrara, llamaba la atención. ¿Su perdición? Su ego y el que supieran había retado a Samantha delante de todos.

Por ello, esa tarde, cuando habíamos sido llamados a la selección de candidatas para la belleza de fin de año, sabía que para Kira las cosas no iban a resultar tan mal.

Era de día y todos los estudiantes se agrupaban a empujones sobre las gradas del campo de fútbol, mientras mis compañeros de equipo, aún sudorosos por la práctica, miraban a la expectativa todo lo que sucedía a nuestro alrededor.

Mi herida estaba mejorando, por suerte y a pesar del dramatismo del momento, no había sido más que un incómodo corte, no demasiado profundo, pero sí escandaloso como una perra.

Los asistentes del decano y algunos de los miembros del comité educativo arrastraban junto a ellos una gran caja llena de papeles con sonrisas cansadas en el rostro. Era esa época del año en la que un grupo estaba feliz por participar en un absurdo y trillado concurso de belleza; el resto, como yo, se sentía frustrado por las finales deportivas y la posible clasificación a la postemporada.

A mi lado, en las gradas, Félix comenzó a aplaudir salvajemente, mientras la ovación del público se hacía presente.

Miré a mi alrededor, intentando ubicar a Riven con la vista, pero este había desaparecido el resto del fin de semana y no había venido a las prácticas, siquiera para calentar la banca.

Mátame Sanamente Where stories live. Discover now