Capítulo 17

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CELOS ENFERMOS:

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CELOS ENFERMOS:

Por levantarte el cabello y del oro que te viste, por amarrarme a tu  cuello  y del cielo y de la luna porque tú quieras mirarlo, hasta del agua que bebes  cuando te mojas los labios.


¿Conocen la sensación de saber que algo anda mal pero no identifican qué?

A las cinco del día lunes, como tenía previsto, Aiden pasó por mí. Me arreglé de forma despreocupada posible, ya que tenía los nervios de punta.

Obtuve unas palmaditas de ánimo en la espada por parte de Katherine e incluso Sidney me recomendó que atuendo podía usar ese día para mi cita "secreta". Por muy loco que sonara se ofreció a prestarme algo de su grandioso guardarropa, —no porque me hiciera falta—, era más bien por ser cortés. Sidney, tenía buen gusto; obviamente no era mejor que el mío, pero sí bastante lo sofisticado como para parecer una mezcla entre zorra y chica con clase.

Luego de mucho estrés acumulado Katherine me había convencido de llevar unos sencillos jeans de mezclilla, sin chiste ni factor sorpresa. Añadí una chaqueta negra corta y una blusa al azar. Tarde horas en estar lista, pues tenía el cabello cual espantapájaros. Ella había sido demasiado amable en ofrecerse para alisarlo minuciosamente y así ahorrarme el trabajo, aunque la verdad había sido muy estresante y tenía miedo de terminar con una oreja asada por un descuido.

En todo el rato Samantha me miró de forma reprobatoria y apretó los dientes sin decir nada. Muy en el fondo quería decir demasiado; no presumí, ni mucho menos la miré con aires de suficiencia como siempre lo hacia ella con todo el mundo.

Tanto ella como Vicky intentaron hacer un interrogatorio forzado para saber con quién iba a salir, pero no cedí ante su presión; incluso salieron con la excusa barata de que teníamos una reputación que cuidar, que no podía estar saliendo con el primer pelele que me invitara a comer. Obvio que teníamos una reputación, la de conejitas de fútbol.

Cuando salí por fin de la casa solo llevaba mi teléfono en mano y unos cuantos dólares en el forro de mi celular. No sabía que podía presentarse; esa noche podía terminar como un total fisco y era mejor asegurar el taxi de regreso.

Hannah estaba como siempre tomando el sol en bikini, era una de sus últimas oportunidades del año para broncearse ya que pronto entraría el otoño, a pesar de ya estar tan morena como le era posible con un bronceado, siempre la veía en lo mismo: tomando el sol.

La mayoría de las chicas salieron a hacerme compañía a pesar de mi negativa, su interés solo era para ver quién sería mi muy inesperada cita. A los pocos minutos una brillante motocicleta moderna aparco frente a la casa de nuestra fraternidad.

Las mandíbulas de toda, menos la de Katherine, se contrajeron de forma ruidosa. Sus bocas se abrieron con una particular "O" y sus cuerpos se pusieron estoicos por la impresión. No podían verle el rostro a dicho conductor del vehículo, pero obviamente sabían quién era, porque no creo que hubiera dos motos iguales en todo el campus de la universidad.

Mátame Sanamente Where stories live. Discover now