¿Cuándo sabemos que llegamos a nuestro límite? ¿Cuándo hemos perdido lo suficiente como para darnos por vencidos?
¿Vale la pena seguir luchando por la libertad?
La vida de Nadedja Vein estaba sumida en caos mientras veía a sus compañeros morir a ma...
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Arroyo en el bosque - Muralla Rose
Narrador omnisciente
La oscuridad de la madrugada apagaba todo sentimiento que quisiera salir de su pecho. La luna llena brillaba, pero era como si esa luz que emitía no alcanzaran los ojos de la mujer que yacía en el césped escribiendo en un extraño diario. Su cuerpo se recargaba en un tronco caído a la orilla de un pequeño arroyo y el único que la acompañaba era su fiel corcel de tonos grises y blancos. Rodion se encontraba devorando la maleza alta por los alrededores, libre de riendas. Nade sabía que no se iría muy lejos, le gustaba soltar a su amigo cuando tenía la oportunidad.
"¿Es que acaso son unos monstruos sin sentimientos?"
Esa pregunta no dejaba de resonar en su cabeza. La había hecho Dieter hace un par de días, era un joven soldado que sólo quería recuperar a su amigo muerto de las garras de los titanes en plena expedición. Lo oyó reclamarle al comandante y al capitán por el abandono del cadaver y por ello su destino fue trágico. ¿Era tan difícil abandonarlo allí? No comprendía la alta necesidad de tener algo físico al que llorarle. Para él no bastaban sus buenos recuerdos con sus amigos. "¿Por qué los humanos son así de egoístas?" Se preguntaba. Habían puesto en peligro la vida de muchos solo por saciar un capricho.
Pero no podía culparlo, porque ella era igual.
Había llegado a este lugar luego de la reunión con Levi y Hanji en el oscuro comedor. Le había avisado a ambos que daría un paseo para despejarse y quitar todo mal pensamiento que quisiera atrofiar sus capacidades como soldado de la Legión. No podía pegar un ojo a pesar de que lo intentase, pero aquí, con tanta calma, sentía que el sueño comenzaba a aparecer.
—Erwin tenía razón cuando mencionó que te vio partir hace unos minutos hacia aquí —la voz de Mike la hizo sobresaltar. El alto hombre había aparecido de repente, en completo silencio, dándole un susto de muerte.
—No he muerto aún por titanes pero acabarás dándome fin tú y tus entradas. Erwin siempre me ve partir, es como si viviera pegado a la ventana —se quejó sosteniendo su pecho acelerado.
—Recuerdo cuando te daba miedo hablarme.
—Siempre me has intimidado. Pero tú no puedes quejarte mucho, eres igual que yo —el hombre que aún portaba su uniforme se sentó a su lado en el suelo.
—Este mes no has estado mucho con nosotros, así que apenas conversamos. ¿Levi y los demás te han tratado bien?
—Me castigaron por dormir junto a Eren —Mike soltó una risa nasal al oírle.
