Capítulo 29: Tortura

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—¡¡Muevan esos traseros de una maldita vez, inútiles!! Los quiero ver dar vueltas al campo veinte veces en menos de diez minutos —gritaba el entrenador al enorme grupo de futuros soldados

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—¡¡Muevan esos traseros de una maldita vez, inútiles!! Los quiero ver dar vueltas al campo veinte veces en menos de diez minutos —gritaba el entrenador al enorme grupo de futuros soldados.

El sol estaba fuerte, los rayos caían directo a sus cabezas dándoles malestar y dolor, pero no podían detenerse o serían castigados. La tropa de reclutas número 89 ya se encontraba en su segundo año de entrenamiento. A estas alturas las diferencias entre los mejores y peores soldados era notoria, pero todo podía pasar en el año restante, es por eso que cada uno de ellos se esforzaba al máximo.

Entre esos soldados destacables estaba la adolescente Nadedja Vein, con una fuerza y agilidad descomunales. Sus instructores estaban encantados con su desempeño, pues era una digna hija de los Vein a pesar de su inexistente relación sanguínea. "Igual de habilidosa que su padre y hermano mayor" solían colocar en su informe. Ambos hombres siempre han sido figuras conocidas dentro del ejército.

Pero Nadedja en ese entonces se preocupaba más por una cosa: superar a Caven.

Caven fue, desde el primer día en que se unió a la tropa de reclutas, su más grande enemiga. Y que no se malentienda, ninguna de ellas pensaba mal de la otra, pero al conocerse nació una rivalidad natural por quién era mejor. No había día en que no compitieron directa o indirectamente para superarse. Nade sabía que la rubia era mejor que ella en muchas cosas y eso le hervía la sangre, por eso siempre entrenaba duro hasta tarde mientras el atardecer aparecía. Quería superarla, quería vencerla y obtener el primer puesto al graduarse. No había nada que deseara más.

Nadedja era competitiva, siempre buscaba ser la mejor en lo que hacía.


—Vas lenta —le dijo la rubia cuando le pasó por al lado siguiendo adelante. Ni siquiera esperó que Nade le respondiera, solo utilizó su tiempo para provocarla y continuar trotando.

La pelinegra, al contrario, siguió adelante con expresión neutra y buen ritmo. Solo iba segunda en una prueba de resistencia, teorizaba que seguramente Caven agotaría toda su energía en llegar antes, no resistiendo el resto del entrenamiento.

Pero estaba equivocada.

—Traute Caven, buen rendimiento el día de hoy —oyó decir al inspector una vez finalizado el entrenamiento.

—Gracias señor.

La rubia no dudó en dirigirse hacia ella luego de que los superiores se marcharan. Aún estaban al aire libre, ya tenían casi finalizado el día y todos trataban de retomar fuerzas para al menos dirigirse al comedor en busca de la cena. Mientras el resto de sus compañeros les pasaban a un lado charlando animadamente, ambas adolescentes se observaban la una a la otra.

𝑻𝑯𝑬 𝑷𝑹𝑶𝑻𝑬𝑪𝑻𝑶𝑹 | Levi AckermanWhere stories live. Discover now