Capítulo 25: Nadedja

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Narrador: Nadedja

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Narrador: Nadedja

Tengo... En verdad aún tengo recuerdos de mi infancia que creí olvidados. ¿Pero por qué estoy recordando eso ahora?

Mis pies dolían por los callos que se habían formado en las plantas

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Mis pies dolían por los callos que se habían formado en las plantas. Los observaba con simpleza, como si ese dolor fuese conocido al igual que la sangre que brotaba entre mis pequeños dedos. Bajo aquel par de pies ensangrentados había nieve espesa y blanca. No me molestaba, nada lo hacía, ni siquiera el frío viento que golpeaba mi desabrigado y pequeño cuerpo. Caminaba despacio hacia un lugar que conocía de memoria, justo detrás del enorme jardín que la mansión de mi familia tenía. Allí había una vista increíble de la capital marleyana y Liberio, a él le gustaba mucho quedarse allí para admirarlas y yo, siguiendo su ejemplo, también lo hacía.

Vi su figura a lo lejos, estaba sentado en el suelo recostado contra un árbol cargado de nieve en su copa. A él tampoco le importaba estar expuesto al frío, el invierno parecía ser su estación predilecta. El blanco de su piel y cabello se fusionaban con el fondo, quedando en armonía. En otras estaciones su delicada piel no podía estar expuesta por mucho tiempo al sol, así que se la pasaba adentro cuando no tenía que acompañarme a entrenar, por eso disfrutaba mucho el invierno. Me gustaba verlo, era un joven muy bonito.

Me acerqué hacia él, temiendo que me reprendiera por mi estado tan descuidado. No le gustaba verme así, solía ignorarme cuando mi apariencia se debilitaba por culpa del entrenamiento. Apartaba la vista dolido por mi estado y se perdía en los terrenos de la mansión hasta el final del día, como hoy. Estaba segura de que había escuchado mis pasos, pero no se giró a recibirme como lo hacía normalmente. Era alguien que cedía fácil, pero éste día era especial, diferente. Lo observé entonces cuando llegué a su lado, su cabello casi blanco y de mechones salvajes volaban por la brisa mientras su ropa, también blanca, se iba llenando de copos que caían sin cesar. Cualquiera que se expusiera tanto tiempo a este duro clima acabaría enfermo y al borde de la muerte, pero ambos ya estábamos acostumbrados.

—Hola —fue lo único que pude decirle para llamar su atención. Mi voz sonó temblorosa, cargada de nervios e inseguridad.

Siempre era así cuando me dirigía a él a pesar de conocernos desde el momento en que nací.

𝑻𝑯𝑬 𝑷𝑹𝑶𝑻𝑬𝑪𝑻𝑶𝑹 | Levi AckermanWhere stories live. Discover now