¿Cuándo sabemos que llegamos a nuestro límite? ¿Cuándo hemos perdido lo suficiente como para darnos por vencidos?
¿Vale la pena seguir luchando por la libertad?
La vida de Nadedja Vein estaba sumida en caos mientras veía a sus compañeros morir a ma...
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Distrito de Stohess
Narrador: Nade
—¿Qué estará ocurriendo? —susurró Moblit a mi lado.
Llevábamos varios minutos aguardando por alguna señal que nos indicara si debíamos continuar con el plan o no. La tensión nos estaba matando, quería morder mis uñas por el nerviosismo. En estos momentos deseaba haberme quedado con mi escuadrón a vigilar al resto de los reclutas, pero era necesaria aquí y Erwin me lo había dejado claro.
Al finalizar sus palabras un enorme resplandor iluminó cada parte del distrito confundiendo a las personas y alertando a los soldados. Era ella... Annie Leonhart. Se pone así en marcha el plan B: Eren debe detenerla.
Nuestros compañeros debían estar peleando ahora mismo aguardando por la transformación de Eren, que si todo había salido bien entonces no tardaría en aparecer. Los minutos pasaban y pasaban pero solo oíamos las fuertes pisadas de la titán y los gritos de las personas que huían despavoridas. Poco a poco sus retumbes se iban haciendo más fuertes indicándonos que estaba cerca. No había señales de Eren y temí, tenía la adrenalina al máximo de tanto pensar en las posibilidades en las que podrían estar él y sus amigos. Esta maldita se viene cargando a nuestros soldados desde esa expedición y no voy a permitir que siga matando a su gusto.
No tenemos a Levi y tampoco a Mike, es mi turno de hacer las cosas.
Una risa baja y maniática de Hanji me sacó de mis pensamientos. Sostenía con fuerza el activador del arma de restricción y lucía demasiado excitada por la situación. Sus cabellos alborotados colgando a un lado de su rostro la hacían ver peor.
—Ya viene... —carcajeó cual psicópata.
—Líder de escuadrón, su mirada está desenfocada.
—Vaya loca... —exclamé.
Ya casi estaba aquí, veía su enorme cuerpo acercarse al estar persiguiendo a Armin y su amigo Jean. Los soldados que la atacaban perecían en el proceso dejando un largo rastro de sangre en el camino. Mis manos apretaban con fuerza el activador, aguardando. Esa rata asquerosa está a solo unos metros. Ya casi, ya casi... ¡Ahora!
Igual que aquella vez en el bosque la titán se encontró a si misma atrapada entre los ganchos de acero que se clavaban en su cuerpo. Alcanzó a cubrir su nuca antes de caer de espaldas y ser inmovilizada con una manta de clavos que la ligaban al suelo. Toda la maldita calle estaba cubierta de cables y polvo que su caída había levantado, pero la teníamos y eso era lo importante. Me dejé caer del tejado junto a Hanji y Moblit para observar de cerca a la maldita que le gustaba tomarnos el pelo.
—¡Armin! —llamé al pequeño rubio que se había posado a mi lado en el suelo. Jean y Mikasa también estaban cerca mientras Hanji se dirigía a la titán— ¿¡Te encuentras bien!? ¿Dónde está Eren?
