Capítulo 36: El día en que calló

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Año 832 - Marley

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Año 832 - Marley

Narrador omnisciente

—¡Nade! ¡Nade, levántate! ¡Nade!

La niña de negros cabellos se despertó sobresaltada al sentir las manos de alguien sacudir su pequeño cuerpo. Se encontraba desorientada ante la intromisión abrupta de su sueño, pero al ver la silueta de su tío en la oscuridad de la habitación, inclinado sobre ella en el borde de la cama, pudo tranquilizarse y refregar sus ojos para acostumbrarse al entorno. Se sentó con rapidez contra el respaldo, sintiendo el frío de la habitación mientras las manos de Lugh tocaban sus mejillas para despertarla lo más pronto posible.

Lugh Tybur, su joven y apuesto tío, aquel con el que había crecido y entrenado para que en un futuro ella pudiese heredar al titán Martillo de Guerra. Él es su actual portador desde hace ya algunos años, pero cuando la maldición de Ymir llegue a su punto, deberá devorarlo de la misma manera que todos sus ancestros en la reconocida familia. Por esa misma razón ambos han crecido ajenos al entorno de riqueza y aprecio que el resto de sus familiares reciben.

Ambos nacieron para morir, ¿cuál era el punto de encariñarse con personas que no durarían mucho en este mundo?

Duermen en un lugar diferente, comen diferente, reciben educación diferente y mueren sin siquiera oír palabras de aprecio de su propia familia, quienes los ignoran como si no existiesen a menos que el poder del Martillo sea necesario. Son un mero recipiente vacío que sirve para albergar un titán por unos años para luego traspasar esa maldición a los próximos elegidos en la familia. Era un castigo horrible, ninguno de ellos podía controlar o elegir su destino. Su propia concepción era para ello.

Lugh no era diferente a Nadedja. Pese a que su apariencia resaltaba de cualquiera a su alrededor, seguía teniendo ese mismo destino miserable que dentro de unos años le tocaría a ella. Nació con albinismo, algo que aún sigue siendo extraño y no muy estudiado para su época. No hace muchos siglos atrás la gente como él era perseguida por ignorantes incluso en un mundo con problemas peores. Si se expone mucho al sol su piel de porcelana se quema y enrojece dejando grandes manchas por todo su rostro y cuerpo. También sus bellos ojos azules eran muy sensibles a la luz, logrando que su visión fuese terrible al menos durante el día, así que usualmente usaba gafas. La mayor parte de su corta vida se la pasaba en el interior de su habitación o bajo un árbol con buena sombra huyendo del sol y de la mirada curiosa de aquellos que no querían comprender su condición o que directamente lo ignoraban por ser un titán.

Era como si el universo lo hubiese castigado dos veces.

—Debemos irnos, rápido —le dijo agitado—. Ven a vestirte.

—¿A dónde vamos? —le preguntó la niña con voz adormilada mientras sus pies descalzos tocaban el suelo.

Su tío se dirigió con rapidez al guardarropa y sacó de allí las prendas más cómodas que la niña tenía. Encontró un par de pantalones gruesos y un abrigo de invierno que muy pocas veces usaba, junto a una suave bufanda. La ayudó a desvestirse y colocárselas con una facilidad asombrosa, dejándola bien abrigada para el extraño viaje que debían hacer en medio de la noche.

𝑻𝑯𝑬 𝑷𝑹𝑶𝑻𝑬𝑪𝑻𝑶𝑹 | Levi AckermanWhere stories live. Discover now