Capítulo 6: Eren

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Año 850

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Año 850

Narrador omnisciente

Sus pasos quedaban marcados en el lodo con la profundidad de una pluma, aún así su presencia no pasaba desapercibida por ninguna de aquellas personas que estaban en el campo de entrenamiento. La lluvia había golpeado con fuerza en la mañana y todos sufrían las consecuencias pero jamás un entrenamiento era detenido por sus condiciones climáticas, al contrario, los ayudaba a adaptarse a cualquier situación frente a los titanes. Nade estaba cansada y solo era mediodía. Últimamente sus sueños suelen durar un par de horas antes de despertarse sobresaltada y no volver a pegar un ojo en toda la noche. Llevaba un par de años sin tener pesadillas pero el alivio nunca es eterno. Poco a poco parecía ir acostumbrándose a la falta de sueño aunque aún le costaba mantenerse en pie como correspondía y Mike ya le había llamado la atención cientos de veces por ello.

—¡Pega más fuerte, Nanaba! Pareces una niña —la retó Gelgar con los puños elevados y con clara sonrisa altanera.

—Soy una niña, imbécil —le respondió dándole un fuerte golpe en la mandíbula con su puño izquierdo.

—Suficiente entrenamiento por hoy señores, debemos ir a recibir parte de las provisiones para la próxima expedición. El Líder de escuadrón nos pidió encargarnos del cargamento —intervino Lynne llegando hasta su escuadrón junto a Thomas, quien tenía una larga lista en sus manos.

—¿A Trost? Creí que ya estaba todo listo.

—Son provisiones de emergencia.

—Sí, sí... Bueno, un poco de alcohol al regreso no estaría mal —comentó el hombre mientras todos se alejaban del campo sumidos en su agradable conversación.

—¿En algún momento dejas de pensar en eso? —una simple señal de despedida por parte de Nanaba hacia su amiga consiguió que los demás imitaran el gesto. Hoy Nadedja estaba encargándose de vigilar los entrenamientos y nada la alejaría de ese lugar.

—Tal vez cuando duermo.

La alta mujer de cabellos negros y ojos ámbar se mantuvo estática en medio del lugar mientras las respiraciones pesadas de los soldados entrenando la rodeaban. Vestía una simple camisa gris abotonada con las botas y pantalones propios del uniforme mientras su cabello se mantenía recogido en un moño con varios mechones rebeldes cayendo por su rostro. Cierto es que al estar en sus 27 años su rostro era el de una mujer bella y angelical pero lucía más joven de lo debido, tanto que llamaba la atención la extraña contradicción entre su apariencia y su forma de actuar. Nadedja siempre fue una chica de comportamientos considerados propios del género masculino: su caminar arrogante y flojo con la barbilla elevada, la manera tan desprolija en la que suele sentarse, sus habilidades bestiales para los combates cuerpo a cuerpo y la increíble fuerza que posee para levantar materiales pesados como si se tratasen de sacos de plumas. Le daba igual lo que dijeran al respecto y mostraba un carácter muy maduro con el tema.

𝑻𝑯𝑬 𝑷𝑹𝑶𝑻𝑬𝑪𝑻𝑶𝑹 | Levi AckermanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora