Capítulo 18: Traiciones

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Narrador omnisciente

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Narrador omnisciente

—Siempre le he temido al cielo. No me gusta mirar las estrellas o la luna a pesar de su belleza. Cuando lo veo no puedo evitar sentirme diminuta. ¿Por qué vivimos en un mundo y universo tan inmenso siendo nosotros tan débiles? Estamos rodeados de titanes que nos quitan la oportunidad de salir y conocer todo aquello que se nos fue arrebatado, entonces al mirar hacia arriba... me doy cuenta de que soy realmente insignificante a comparación de ellos. Hay muchas cosas que no entendemos y me aterra vivir en la ignorancia. No me gusta ver el cielo porque me recuerda que no soy libre aquí, que hay algo más allá. Desde pequeña sabía que algún día terminaría uniéndome a la Legión de Reconocimiento simplemente porque quería salir y explorar. Pero hoy en día, con tu llegada y las nuevas dudas que surgieron, me pregunto si mi concepto de libertad es el indicado. ¿Ser libre es salir fuera de estos muros? A veces siento que todo esto no es más que una ilusión —su mirada bajó hacia su pecho, donde el adolescente descansaba con comodidad abrazándose a su cuerpo— Oye, Eren, ¿aún estás despierto?

El castaño soltó un pequeño murmullo mientras de manera inconsciente refregaba su nariz en la ropa de la mujer que lo observaba con cierto cariño. Parecía un cachorro buscando el calor de su madre para dormir y eso era algo muy raro en un adolescente que es testarudo y siempre quiere mostrarse fuerte. Sus manos recayeron sobre su cabeza jugando con sus rebeldes mechones. Eren no parecía quejarse, pues estaba más en el mundo de los sueños que en la realidad. Nade se sentía cómoda recostada con él en la cama de una fría celda en el calabozo, incluso sabiendo que lo que hacía no era correcto. Si Levi la encontraba recibiría un duro castigo, pero sabía que el capitán gruñón no aparecería por allí hasta que el sol saliera, así que tenía la guardia baja para descansar al lado del chico.

Eren era precioso. Su rostro angelical le recordaba a su hermano menor cuando tenía su edad. Ambos poseían rasgos muy diferentes pero la esencia y la personalidad eran las mismas, por eso se había encariñado rápido. Cada vez que veía esos perdidos ojos verdes sentía un enorme impulso por cuidarlo de todo mal que podía ocurrirle. En poco tiempo el chico se convirtió en un pequeño hermano al que quería proteger.

𝑻𝑯𝑬 𝑷𝑹𝑶𝑻𝑬𝑪𝑻𝑶𝑹 | Levi AckermanWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu