Capítulo 46: Realidad

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Narrador omnisciente

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Narrador omnisciente

Floch no podía creer que Nadedja había aguantado con vida tantas horas a pesar de sus heridas, pero ahora que la veía moverse y respirar sólo deseaba que soportara todo el viaje de regreso a Rose. Si un médico la trataba le bastaría con recuperarse unos meses antes de seguir en servicio.

Su simple apariencia era un desastre. Él mantenía su cabeza en alto mientras se arrodillaba sobre su cuerpo para observarla mejor aunque no obtuviera nada favorecedor. Estaba tan débil que podía manejarla a su antojo y ni siquiera le pesaba.

—Debo llevarla a la cima del muro, allí hay vendas y le daremos un lugar cómodo para descansar.

—No puedo... Mi pierna no... —el muchacho observó su pierna derecha que estaba inmóvil a diferencia del resto de su cuerpo.

—¿Está rota?

—Sí.

—No importa, la cargaré. Si pude con el comandante Erwin usted será un juego de niños.

"Erwin... Cierto, Erwin. ¿Qué había sido de él? ¿Dónde está?"

—Floch... ¿El... comandante? —a Floch se le dificultó entenderla por sus susurros y boca inflamada, pero luego de hacer el esfuerzo deseó simplemente haberla ignorado.

De inmediato apartó su mirada al suelo mientras buscaba la forma más suave de darle semejante noticia.

—Él... Lo siento, él... —no podía decirlo, sin embargo ella no necesitaba oírle.

Lo sabía.

—Comprendo.

Sentía un enorme vacío en su pecho que debió ignorar para no llorar otra vez. El destino una vez más le demostró que daba igual qué hiciera, no había forma de cambiarlo. Ahora ella seguía con vida y Erwin...

—Lo lamento, de verdad intenté que lo trajeran de vuelta pero... el capitán Levi decidió revivir a alguien más.

—Floch... Está bien... No fue tu culpa.

—Ahora es Armin quien posee al titán colosal.

—¿Armin...?

En su cabeza tenía sentido, Armin era fundamental para el futuro de la humanidad. Se sentía en parte feliz por él, que tuviese otra oportunidad pero...

—Debemos subir —mencionó él observando hacia la cima—. Allí hablaremos mejor. El capitán Levi, la comandante Hanji, Eren y Mikasa fueron al sótano, así que solo estamos aguardando a su regreso.

—¿Crees... poder cargarme en tu espalda?

—Sí, pero necesito que se sostenga fuerte.

El pobre chico usó toda su fuerza para cargarla sin que ella realizara esfuerzo aunque fue mas complcoado de lo que parecía. Con pasos lentos pero seguros se fue acercando hacia el comienzo de la muralla hasta que su voz pudiese ser oída por quienes estaban arriba.

𝑻𝑯𝑬 𝑷𝑹𝑶𝑻𝑬𝑪𝑻𝑶𝑹 | Levi AckermanWhere stories live. Discover now