Capítulo 28: Tratos

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Narrador omnisciente

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Narrador omnisciente

Nade observaba desde lo lejos al pobre Armin que vomitaba a la orilla del canal acompañado de Mikasa. Seguramente tenía el estómago revuelto por culpa de sus propias acciones y la culpa. Oía su llanto y veía cómo intentaba contener los gritos que querían salir de su garganta como si fuesen lo más doloroso que estuviese viendo en su vida. La pelinegra estaba recargada por completo en la pared de la entrada al almacenamiento sosteniendo un lado de sus costillas, quizás intentando ignorar el fuerte dolor que avanzaba hacia su espalda. Elevó su rostro hacia el cielo, cerrando los ojos y soltando un fuerte suspiro. Se sentía agotada en todos los sentidos.

—Nadedja, entre, yo vigilo —le dijo Sasha con cuidado mientras la veíasiendo capaz de apenas sostenerse.

La mujer asintió sin más y entró despacio hacia la almacén donde los demás se recomponian y mantenían cautivos a los secuestradores inexpertos. Ignorando a todos los presentes caminó hacia una columna de madera un tanto apartada, apoyándose bruscamente para tener estabilidad y seguido dejarse caer hasta el suelo. No soportaba el dolor, ya no podía estar de pie. La adrenalina se había ido y ahora se sentía hecha polvo.

Su respiración irregular mantenía a todos preocupados pero nadie quería molestarla en su momento de descanso, nadie excepto Levi. El capitán se acercó a ella agachándose para quedar cara a cara. Le sorprendió a la mujer ver cómo él tomaba su rostro entre sus manos para observarla directo a los ojos y que mantuviera la consciencia. Se sentía sin palabras ante su repentino toque. Daba igual las acciones que ellas realizaran, sus manos siempre estaban suaves.

—No te duermas —fue lo único que le dijo buscando una respuesta.

—Estoy bien —le respondió ella entre jadeos—. Solo... Solo necesito recomponerme un rato. Aún así, si me muero... —sonrió— reclama la recompensa por mi cabeza. Seguramente con lo que valgo te puedas comprar una casa en Mitras. ¿No sería eso genial?

Si bien ella reía, al contrario no le pareció nada gracioso.

—¿Qué mierda estás diciendo ahora? No vas a morir, deja de decir idioteces.

—Relájate, está bien bromear un rato. Déjame aquí, solo quiero descansar ¿sí? Necesitamos recomponernos antes de continuar, capitán.

—Con Jean haremos té, te traeré luego.

—De acuerdo... Gracias.

Los minutos pasaron lentos para ella mientras el sol caía y los demás intentaban descansar. Tal como dijo, Levi le había traído una taza de té recién hecho en la hoguera en la que ahora todos menos ella estaban sentados alrededor comiendo raciones. Nade aún se sentía ajena a la conversación, manteniéndose en el mismo sitio en el que se dejó caer. No tenía voluntad para ponerse de pie y unirse, sentía que si intentaba levantarse ahora le fallarían las piernas, así que se limitaba a escuchar desde lejos.

𝑻𝑯𝑬 𝑷𝑹𝑶𝑻𝑬𝑪𝑻𝑶𝑹 | Levi AckermanWhere stories live. Discover now