El rostro detrás del titiritero Pt 2

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¿Se acuerdan aún de mi? 😊

Gracias por su paciencia

Capítulo anterior.

El viento helado a la afueras del hospital sorprendió a Hiccup, quien concluyó que nuevamente tendría un día muy frío que, en consecuencia, les traería molestias a sus cerradas heridas, tanto de la pierna como del abdomen y del brazo, por lo que se apresuró a ir al auto para volver a su hogar en lo que llegaba el momento de ir nuevamente a recoger a sus hijos.

Sin embargo, apenas entrando en el auto, el timbre del fastidioso celular lo sobresaltó.

—¿Alberick? —vio con el entrecejo fruncido que se trataba del maestro de su hija, y sintiendo una especie de alarma en su corazón rápidamente tomó la llamada. —Alberick... ¿Qué pasa?

Pero la voz que respondió no era de su amigo, era de otro conocido que se escuchaba muy alterada y que lo llamaba a gritos.

—¿Ruffnut? —reconoció la voz.

—Hiccup... ¡Tienes que ayudarnos! —gritó su amiga —¡MI NUFFNUT DESAPARECIÓ!

—¡También Akito, Hiccup! ¡mi hijo desapareció! —escuchó después la alterada voz del maestro. —No logramos encontrarlos, por favor ¡ayúdanos!

¿Niños desaparecidos?

La sensación incómoda que sintió Hiccup en el pecho se acrecentó aún más, y no supo por qué, pero presintió que algo muy malo estaba por pasar.

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Capítulo 53.

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El rostro detrás del titiritero.

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Parte 2

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—¡Tranquilícense ambos!¡voy para la escuela! —alertó Hiccup, encendiendo rápidamente el vehículo. —¿Ya llamaron a alguien?

—Apenas llegaron unos policías aquí, pero...

La angustiosa voz de Alberick se pausó, lo único que pudo percibir Hiccup enseguida fue unas respiraciones angustiantes.

—Tranquilo amigo, ya voy para allá... y... ¿los demás niños? —preguntó con cierto temor a pesar de saber que sus hijos estaban bajo la custodia de los guías.

—Ellos están bien. —respondió el maestro con la voz entrecortada. —No te preocupes Zephyr está bien y también Nuffink.

—Entiendo, calma, ya voy en camino.

Colgando el teléfono, Hiccup se ajustó el cinturón de seguridad y se preparaba para darle marcha al vehículo cuando nuevamente el teléfono sonó, ahora en la pantalla se mostraba el nombre de su amada.

—¿Astrid?

¡Hiccup! —respondió esta alterada.

—¿Qué? ¿Qué pasa?

Es que... ¡me llamaron de la escuela! —escuchó su voz angustiada. —Que algo pasó, pero no me dieron más información sólo que acudiera de inmediato y no sé... pensé que algo había pasado cuando los llevaste o algo por el estilo.

Hiccup se sacudió el cabello y resopló.

—No, no es eso, pero... al parecer unos niños desaparecieron.

La maldición que nos une (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora