Camicazi y Astrid

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lamento mucho la demora, he tenido mucho que hacer, pero aquí está.

Capítulo 65

Camicazi y Astrid.

Año 2003

Había conmoción en la arena.

Espectadores, alumnos, maestros y directivos de la academia seguían atónitos ante el acto que habían protagonizado los dos alumnos rivales.

Los únicos que habían podido reaccionar eran los mismos familiares que se habían adentrado al campo para acudir con su hijo e hija respectivamente.

—No...no... ¡No hay nada papá! —Dijo la asustada Camicazi al no encontrar sangre o heridas en su hermanita

—¡¿Qué?! ¡¿Cómo?! ... pero si vimos... —balbuceó este sin encontrar una explicación lógica, pues Astrid, semi inconsciente, seguía convulsionando en sus brazos.

—Debemos llevarla de inmediato con un curandero o con alguien que pueda ayudarla.

Ante la sugerencia de su hija mayor, Hofferson padre asintió y tomó a su hija menor en brazos sin ser consciente de la mirada de odio que le lanzaban los Haddock. En especial Stoick Haddock.

—¡Esto no se va a quedar así, Hofferson!

Fue lo único que pudo escuchar Camicazi conforme se alejaba con su padre de la arena, mas no le dio importancia, después de todo no le importaba en lo más mínimo lo que sucediera con esa familia y su heredero.

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—Todo parece indicar que Lady Astrid fue herida en su alma. —Determinó la vieja curandera de la familia al terminar de analizarla.

Habían pasado algunas horas desde el incidente, mismas que la hechicera herida tardó en calmarse hasta que fue atendida por la curandera la cual alivió un poco de su dolor con algo de su magia.

—¿A qué se refiere anciana? — Preguntó Axel.

—Si se pudieron dar cuenta ella no tiene ninguna herida, pero aun así está sufriendo demasiado, su egni está alterado y por lo que puedo sentir en ella puedo deducir que lo que sea que la haya herido dañó directamente su alma.

—¡Un momento, vieja! — Interrumpió el rabioso Hofferson abuelo, el cual había estado de oyente hasta ese momento. —¿Eso quiere decir que el maldito niño estúpido ese tiene un arma que le permite herir directamente el alma?

—Eso parece ser, señor. — Respondió la vieja con tranquilidad.

El abuelo Hofferson bramó entre labios.

—Lo que me faltaba, si esos idiotas de los Haddock se llegan a dar cuenta... ¡Qué vergüenza! ¡Axel, todo es culpa de Astrid! fue tan estúpida para dejarse herir.

—Padre, no es el momento.

—No, ¡claro que sí! Deposité mis esperanzas en esa niña por la gran cantidad de egni que acumuló al nacer, pero todo parece indicar que era una fachada y resultó ser tan inútil como la madre y como la hermana... gracias a los dioses nos queda el chico, nuestro verdadero heredero.

Axel, con puños apretados, no mencionó nada. Sabía que era inútil discutir con su padre cuando tomaba dicha actitud, y como siempre, se doblegó y permitió que su padre siguiera despotricando en contra de la hija que yacía en ese momento en la cama y de su otra hija que había escuchado todo desde el umbral de la puerta.

La maldición que nos une (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora