El primer amor nunca se olvida.

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Capítulo anterior.

—Acabo de manipular la mente de mi jefe. —confesó con un tono de culpa en su voz, para posteriormente exponer sus motivos.

Aun así, Toothless no quedó muy convencido, entendía que ese hombre era un maldito pedante y tal vez lo que había hecho su amigo le cambiaría su vida para bien, pero a fin de cuentas no importaba los motivos, lo que había hecho Hiccup era algo que se consideraba prohibido en el mundo oculto por alguna razón y podría haber consecuencias.

Sólo quedaba esperar que nada malo pasara.

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Capítulo 37

El primer amor nunca se olvida.

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Pasaban un poco más de las 9 de la mañana del domingo cuando Hiccup y Toothless salieron de la estación. Después de haberse asegurado de que el hechizado Capitán estuviera bien, se dirigieron caminando al lugar de los gemelos para recoger el auto que había evidenciado al hechicero minutos atrás, luego cuando por fin lo recuperaron retomaron el camino a la casa, un trayecto que era de menos de cinco minutos, pero que les pareció una eternidad hasta el momento en que por fin llegaron a su hogar.

—Que cansado estoy. —murmuró Hiccup somnoliento. —Ya llegué...—avisó perezosamente y con la voz mas alta que pudo articular.

—¡HICCUP YA LLEGÓ!

Esbozó una sonrisita al escuchar a sus hijos desde la cocina, que no tardaron mucho para recibirlo con sus alegres y aún lastimadas caritas, así como el resto de los integrantes de esa casa que, parecían estar con el mismo ánimo de siempre, a excepción de Alúmini que tenía una expresión de fascinación plasmada en todo el rostro.

—Ahora llegaste más tarde. —comentó Astrid a forma de saludo, viendo con una leve sonrisa como los niños se le colgaban a Hiccup en cada pierna para darle la bienvenida.

—Sí, es que pasaron muchas cosas. —respondió este, rascando su cabello, había quedado con Toothless que omitirían a los demás el hecho de que había hechizado a su jefe debido a que no consideró relevante que alguien más lo supiera.

—¡Oye, Hiccup!... —llamó Zephyr, estirándolo de la camisa. —¿Es cierto que Toothless creció así de grandote? —preguntó extendiendo todos sus brazos.

—¡Oh, sí Toothless! Astrid nos contó... ¡¿Es cierto?! —cuestionó nuevamente Alúmini con un sonrojo y brillo en sus ojos.

El pequeño furia asintió cansadamente, queriendo mostrarles lo que era capaz de hacer, pero tenía tanto sueño que no pudo siquiera levantarse del hombro de su amigo.

—Creo que Toothless está muy cansado, fue una noche muy larga. —explicó Hiccup al verlo decaído. —Déjenlo descansar, ya les mostrará su nuevo poder por la tarde ¿están de acuerdo?

—¡Ay, sí! No te preocupes, nosotros esperaremos ¿verdad niños? —prometió la sonriente luminosa, así como los emocionados niños que concordaron con ella.

Toothless bostezó cansado, agradeciendo internamente tanta comprensión.

—Mientras yo me encargo que descanse apropiadamente. —La albina se acercó a donde estaba su pareja y con delicadeza lo tomó entre sus manos. —No te preocupes, ahora me encargaré de que descanses para que recuperes tus energías. —le prometió con una sonrisita.

Dicho esto, se llevó al pequeño dragón escaleras arriba, donde pretendía meterlo a una de las camas de los niños para que descansara cómo debía ser.

La maldición que nos une (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora